Ciudad del Vaticano (Martes, 11-10-2011, Gaudium Press) El pasado día 9 de julio nació un nuevo país – Sudán del Sur. Después de dos guerras civiles y una total falta de desarrollo, la nueva nación debe comenzar prácticamente de cero para construir el propio futuro. La Iglesia Católica fue a su encuentro con ayuda y allí comenzó también su nuevo proyecto: «Solidarity with South Sudan», un proyecto de colaboración entre varias congregaciones religiosas que hoy reúne a 170 congregaciones del mundo que ayudan de varios modos, con financiaciones, con personas u ofreciendo transporte. Gaudium Press habló con la Hermana Patricia Murry, del Instituto de la Beata Virgen María (las monjas de Loreto), directora ejecutiva del proyecto en Roma, sobre cómo nació el proyecto y cómo es la realidad del nuevo país. La Hermana Patricia estaba entre las primeras seis personas que en 2006 fueron a ver la situación del actual Sudán del Sur.
«El ‘Solidarity with South Sudan’ nació de dos iniciativas. La primera fue en 2004 cuando ocurrió en Roma un congreso sobre la vida religiosa con el tema «Pasión por Cristo, pasión por la humanidad». Este congreso habló sobre las nuevas posibilidades de colaboración entre las congregaciones religiosas. Después, en diciembre del mismo año, el obispo Gassis pidió a las congregaciones ayudar a Sudán del Sur», cuenta hermana Patricia que participó del congreso y que después fue escogida con otras cinco personas para ir en el mes de marzo de 2006, a invitación del obispo Gassis hecha a la USG (Union of Superior Generals) y a la UISG (International Union of Superiors General), para ver cómo se puede ayudar a los sur-sudaneses.
La visita al actual Sudán del Sur duró un mes y abarcó seis diócesis. «Vimos una absoluta falta de desarrollo en el país – dice la monja – Viajé el mundo entero, vi pobreza en Bangladesh, India y en varias partes de África y América Latina, pero nunca vi tanta falta de recursos. La pobreza de la falta». El primer presidente del país, Salva Kiir Mayardit al agradecer a las Naciones Unidas por la aceptación del nuevo estado miembro, pidió ayuda para construir Sudán del Sur. Y la situación es de miseria. En la escena internacional es uno de los países más pobres del mundo, pero es también un país de una gran potencialidad que debe ser despertada. Se trata de un país que no se debe reconstruir, sino construir de la base propiamente hablando. Porque prácticamente nunca había sido construido desde cuando el gobierno ‘condominium’ británico-egipcio dejó el territorio en 1955 y en seguida por causa de dos guerras civiles fue completamente destruido.
Para muchos de nosotros, habituados a las carreteras, al acceso al agua y la vivienda, comunicación a través de internet y celulares, es realmente inimaginable que en un territorio grande como Francia y Alemania juntas, o del tamaño del Estado de Texas, puedan existir solamente cerca de 80 Km. de estradas asfaltadas. Solamente 7% de los profesores son preparados, son precisos otros 24 mil nuevos profesores. Pero esta es la realidad de Sudán del Sur en 2006 cuando llegaron los pioneros del proyecto ‘Solidarity with South Sudan’.
«Fue muy conmovedor cuando llegamos allá – recuerda hermana Patricia – Antes que nada, las personas eran gratas porque habíamos ido allá. Después, dijeron que el mundo se había olvidado de ellos, la Iglesia universal se había olvidado de ellos. Alguien describió a Sudán del Sur como un país bajo una cortina de césped. Cada sur-sudanés fue transferido dos veces, sufrieron bombardeos. Las marcas de las bombas son vistas en todos los lugares. Me acuerdo de un sacerdote que me dijo que ellos eran personas traumatizadas».
Las guerras no permitieron construir el país, ni tampoco permitieron a la población vivir normalmente. Hoy los problemas psicológicos con trauma son graves. El problema más grave de las personas es el alcoholismo. «Uno de los resultados de la guerra es el alcoholismo. Oí también que las personas no son respetadas por el gobierno. Me quedé muy emocionada en marzo de 2006. Las personas decían: queremos educación para nuestros hijos. Queremos asistencia sanitaria. Nos gustaría tener agua, así podríamos crecer. Sí, es verdad que perdemos mucho por causa de la crisis financiera, sin embargo nuestra pérdida parte de un nivel mucho más alto. Allí no hay nada». Una de las graves consecuencias de la guerra es la incapacidad de cultivar, de nutrir a los hijos, porque esas cosas no podían ser aprendidas por causa de los conflictos militares. Hoy las personas deben volver al ritmo normal.
El proyecto ‘Solidarity with South Sudan’ es una de las respuestas a la necesidad de los sur-sudaneses. Por primera vez en la historia de la Iglesia católica, 170 congregaciones religiosas de todo el mundo se unieron para hacer un proyecto de ayuda juntas. «Porque por las enormes necesidades, un proyecto individual no sería posible», agrega la monja. Al inicio del proyecto participaron 29 congregaciones, después el número aumentó a 40 y después a 80.
«Este es un proyecto extraordinario y estoy segura que es un proyecto de Dios – afirma hermana Patricia. Las personas nos dicen que no es extraordinario aquello que sucedió durante estos tres años, y yo digo que sí. Construimos cinco casas de comunidad, dos centros de enseñanza. Renovamos el centro de cuidados de la salud. Tenemos 26 sacerdotes y religiosos que trabajan para el ‘Solidarity’ que provienen de 17 diversas congregaciones y diversos países, como Irlanda, India, Colombia, EE.UU. y Canadá, Filipinas, Australia, Nueva Zelanda y otros». Gracias a la iniciativa son ofrecidos cursos para las enfermeras, para obstetras, hay también un proyecto interesante para una común agricultura que ayude a las personas a obtener habilidad de cultivo, principalmente cómo obtener agua en los períodos de sequía, hay cursos para los profesores. Pero también los cuidados pastorales para las personas después del trauma, para favorecer la reconciliación y la paz.
«Ellos nos ven como representantes de diversas tribus que consiguen vivir juntos. Escuché una persona diciendo que esto es un extraordinario testimonio para ellos, que las personas provenientes de diversas culturas, diversos países consigan vivir juntas. Ahora para ellos es un desafío construir juntos un país. Ahora deben construir una unidad. Y con frecuencia este es el mayor desafío, unir varios grupos, perspectivas, visiones», observa la monja.
Ahora la sociedad sur-sudanesa necesita concientizarse de las necesidades más profundas, como la construcción del futuro, la educación de los hijos. «Nosotros de ‘Solidarity’ queremos mostrar a ellos las necesidades más profundas, construir en ellos la propia potencialidad, no solamente responder a lo que falta», explica hermana Patricia. Porque la potencialidad y los recursos naturales existen, pero Sudán del Sur está en el comienzo de un largo camino delante de sí, y es preciso mucha paciencia para esto.
El proyecto ‘Solidarity with South Sudan’ quiere solamente contribuir, dar una base para construir la estructura para la sociedad y la Iglesia local en el país, y cuando llegue el momento, dejarlo funcionar solito. Sus propuestas son direccionadas a todos los sur-sudaneses, no solamente a los católicos, aunque sea un proyecto católico. Actualmente el gobierno no tiene dinero para contribuir con el proyecto por el hecho de que debe enfrentar un gran problema de los ex-soldados para los cuales falta trabajo por el simple motivo de falta de infraestructura en el país. Solamente para dar alguna posibilidad de trabajo, por ejemplo, hay más guardias que presos. Una gran contribución obtuvo el país de las Naciones Unidas.
Pero es necesario ver en Sudán del Sur no solamente la pobreza, está también su riqueza y potencialidad. «Es nuestro privilegio estar allí. Nosotros damos la solidaridad, pero recibimos aún más, por esto el Señor dijo bienaventurados los pobres», dice hermana Patricia. El testimonio de la solidaridad de los religiosos de ‘Solidarity’ ayuda también a la Iglesia en el país a renacer del trauma de las guerras y dificultades.
El proyecto ‘Solidariety with South Sudan’ está presente también en internet, www.solidarityssudan.org
Gaudium Press / Anna Artymiak
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