Ciudad del Vaticano (Lunes, 24-10-2011, Gaudium Press) La crisis del 2008 demostró «un efecto devastador» del sistema económico basado en el utilitarismo e individualismo y dominado por la tecnocracia. En vista de la próxima reunión del G-20 en los días 3 y 4 de noviembre en Cannes, Francia, con el tema de la economía y la finanza mundial, el Pontificio Consejo de Justicia y Paz, propone hoy en una nota con el título «Para una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la perspectiva de una autoridad pública con competencia universal», una Autoridad pública con competencia universal sin la cual no es posible que el mundo se recupere de la grave crisis financiera del 2008.
Por ocasión de la publicación del documento, en la Sala de Prensa vaticana ocurrió una conferencia para la Prensa de presentación con la participación del Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz; Mons. Mario Toso, secretario del mismo Pontificio Consejo; y Leonardo Becchetti, profesor de Economía Política, Universidad de Roma «Tor Vergata».
La constitución de una Autoridad política mundial fue un deseo del Santo Padre ya anunciado en la encíclica «Caritas in veritate», publicada en el 2009. La propuesta del Pontificio Consejo de Justicia y Paz dice respecto a un organismo central que «debería ser expresión de un acuerdo libre y compartido, además de las consciencias y las libertades, a pesar de la consciencia de crecientes responsabilidades», que operarían según «el principio de subsidiaridad» y justicia. «La constitución de una Autoridad política mundial no puede ser alcanzada sin la previa práctica del multilateralismo, no solamente a nivel diplomático, sino también, y principalmente, en el ámbito de los planes para el desarrollo y la paz», dice el documento publicado hoy.
Un nuevo sistema de «gobernabilidad», antes necesita de «un sistema de «government» de la economía y la finanza internacional». Existe la necesidad de un corpus para «abrir una nueva era ‘de responsabilidad'», una especie de «Banco central mundial». Porque «el Fondo Monetario Internacional perdió un carácter esencial para la estabilidad de la finanza mundial, aquel de regular la creación compleja de la moneda y de velar sobre la cantidad de riesgo de crédito asumido por el sistema». Aquí el Papa invita al G-20 a «madurar direcciones concretas» de «nivel nacional y regional de consolidación de las instituciones existentes y en la creación de nuevas instituciones con apropiados y eficaces instrumentos a nivel internacional». Es preciso un «proceso de profunda reflexión y reformas, recorriendo vías creativas y realistas».
La nota comunica el deseo de una reforma del sistema monetario internacional, una especie de control monetario ya deseado en los Estatutos del Fondo Monetario Internacional. Por esto, existe la «exigencia de un organismo que desarrolle las funciones de una especie de «Banco central Mundial» que regule el sistema de cambios monetarios, a lo largo de las líneas de los Bancos nacionales». En la reflexión sobre tal situación y sobre el futuro es preciso un plan político, no solamente económico y financiero. «En tal proceso, es necesario recuperar la primacía del espíritu y la ética y, con ellos, la primacía de la política -responsable por el bien común- sobre la economía y las finanzas».
«Justicia y Paz» en vista del próximo G-20, propone en la nota tres campos de reflexión sobre: tasación de las transacciones financieras; formas de recapitulación de los bancos; y la definición del ámbito de la actividad de crédito ordinario y de «Investment Banking». «No es necesario temer proponer cosas, aunque puedan desestabilizar equilibrios de fuerzas pre-existentes que dominan a los más débiles», concluye el documento.
Por ocasión de la publicación del documento, en la rueda de prensa, el Cardenal Turkson explicó que en la nota se hace votos de «una nueva síntesis humanística» que quiere «hacer volver las fuerzas, en particular aquellas financieras, después de su mal empleo, a ser instrumentos fundamentales al servicio del progreso y el desarrollo de la economía real». El mundo, después de la crisis financiera del 2008 necesita de «una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de valores» para reconstruir un futuro mejor y para «re-proyectar» las instituciones ya existentes.
La ONU, el G-8 y el G-20 necesitan un «nítido salto de calidad», principalmente del sistema de «gobernabilidad» y de coordinación entre los Estados a nivel supranacional y regional. «Es necesario, en particular -deseó Mons. Toso- el pasaje decidido de un sistema de gobernabilidad- o sea, de coordinación horizontal entre los Estados en una Autoridad «super partes»- a un sistema que, más allá de la coordinación horizontal, disponga de una «Autoridad «super partes», con poder de decidir con método democrático y de sancionar en conformidad con el derecho. Un tal pasaje, en dirección de «un estado de derecho» y formas de «gobierno» mundiales, no puede suceder sin que se dé una expresión política a pre-existentes interdependencias y cooperaciones y, por tanto, no abandonando la práctica del multilateralismo, sea a nivel diplomático, sea en el ámbito de los planes para el desarrollo sustentable y para la paz».
El Secretario de Justicia y Paz afirmó la necesidad de «recuperación de la primacía de la política sobre la economía y las finanzas».
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