Abuya (Martes 08-11-Gaudium Press) La violencia desatada contra las zonas cristianas de Nigeria, que motivó las palabras de aliento y de consuelo del Papa Benedicto XVI en el Ángelus dominical pasado, ha ido mostrando con el trascurso de las horas su horror criminal.
Los ataques de los radicales islámicos ya cobran más de 150 víctimas.
El grupo Boko Haram ha asumido la autoría de las acciones criminales, que se han desarrollado particularmente en los estados nigerianos de Yobe y Kaduna, de mayoría católica. Allí, los extremistas se ensañaron contra iglesias e instalaciones policiales y militares. Residentes de los lugares de los atentados hablan de 6 iglesias cristianas atacadas, una de ellas completamente destruida, y también una mezquita. Algunas de las víctimas cristianas eran feligreses que se dirigían a una vigilia, y que fueron muertos por terroristas suicidas.
El grupo Boko Haram anunció que continuará con su acción criminal. Su objetivo confeso: la implantación de la Sharia, la ley civil islámica. Se afirma que Boko Haram ha estrechado vínculos con Aqmi, la rama norteafricana de Al Quaeda.
El Secretario general de la ONU, Ban Ki-moon ha expresado su deseo y esperanza de «que los autores (de los atentados) sean llevados ante la justicia». Por su parte, el gobierno americano lanzó una advertencia a sus nacionales presentes en Nigeria. Se teme que los radicales islámicos atenten contra los principales hoteles de la capital.
Mons. Oliver Dashe Doeme, obispo de Maiduguri -una de las ciudades más afectadas-, a la par que afirma que «factores sociales, económicos, políticos y religiosos» se encuentran en la base de la ola violenta, dice también que existen «algunas personas poderosas, que están perdiendo su importancia, (y que) usan la religión para incitar los ánimos de la juventud poco instruida para sembrar la violencia». Monseñor no excluye que exsita también influencia extranjera.
Con información de L’Avvenire
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