Foto: El Catolicismo |
Bogotá (Viernes, 18-11-2011, Gaudium Press) El 4 veces centenario y muy popular camino al santuario del Señor Caído de Monserrate, ubicado en los cerros orientales de la capital colombiana, ha sido reabierto ayer para los peregrinos después de dos años y medio de reformas y adaptaciones. El sendero había sido cerrado pues sus estructuras representaban peligro para la integridad de fieles y turistas. Pero después de más de dos años de labores, se abre nuevamente a las decenas de miles de personas que -particularmente los fines de semana, pero no solo- lo transitan para pagar una promesa, alimentar su fe, acudir a misa y confesión, hacer ejercicio físico o gozar de la imponente vista de la ciudad que desde allí se ofrece.
En la restauración y adaptación del camino de 2.300 metros compartieron gastos la administración distrital y la Iglesia, la cual realizó un gran esfuerzo aportando alrededor de 1.500 millones de pesos (alrededor de U$700.000) para las obras, las cuales garantizan de la mejor manera la seguridad del peregrino.
Los milagros del Santuario
Indagado por el órgano oficioso de la Arquidiócesis de Bogota, El Catolicismo, sobre los «milagros» en el Santuario el actual rector, P. Sergio Pulido, dijo que «los milagros del Señor de Monserrate no son que un ciego recobró la vista o que un cojo salió caminando bien… Habrá pasado, claro, no es sino ver los ex votos [ndr. gradecimientos de los peregrinos por favores concedidos]. Pero para mí lo evidente es la llamada a la confesión, es conmovedor el número de penitentes, que encuentra en la imagen un estímulo». Los días domingo hay 9 eucaristías en el Santuario, y 6 sacerdotes atendiendo constantemente confesiones.
La Espiritualidad de Monserrate
Foto: El Catolicismo |
Gaudium Press preguntó al P. Pulido sobre qué representa el Santuario y el Camino para la espiritualidad de los bogotanos. «La espiritualidad del santuario es fundamentalmente la devoción a la Pasión de Jesús -enfatizó el sacerdote. Todos nuestros pueblos latinoamericanos tienen una identidad muy curiosa y muy común con el sufrimiento y el dolor de Jesús. Pero es un dolor que no se quedó solamente ahí, en la experiencia misma del dolor humano, sino que lo trasciende, lo trasforma: es la Pascua, es la Resurrección. Para los bogotanos llegar al santuario es la experiencia con un Jesús que asume la condición humana mortal, pero que resucita y nos ofrece la posibilidad de una nueva vida».
«En los 3 meses que llevo de rector del santuario -continuó el P. Pulido, una de las gracias o de los milagros que se pueden dar allí y que se dan es el cambio interior. Muchos peregrinos suben a confesarse. Muchos inclusive suben por turismo, por simple deporte y cuando ven la imagen [del Cristo] y la contemplan, se dejan impactar y fácilmente buscan al sacerdote y dicen «quiero confesarme, la imagen me conmovió, yo quiero cambiar», y de hecho hay confesiones que son para mí experiencia de la misericordia de Dios y de la condición humana pecadora pero de la posibilidad de un cambio y de una conversión», expresó el presbítero.
El sacerdote resumió la devoción que se experimenta en el santuario con una oración compuesta por Juan Pablo I, «una oración que comparto con los peregrinos: ‘Señor Jesús tómame como soy; con mis pecados, con mis faltas. Pero haz que cambie, me trasforme y llegue a ser lo que tú quieres de mí’. Eso es Monserrate: un encuentro con Dios que cambia. El que llega a Monserrate y allá encuentra esa espiritualidad, baja renovado», concluyó.
Historia del Santuario
Cuenta el fraile franciscano Luis Carlos Mantilla, en su Historia de la Arquidiócesis de Bogotá, que «la humilde ermita plantada en uno de los cerros orientales de Bogotá comenzó a existir en 1620; años más tarde don Pedro Solís y Valenzuela, con tres compañeros le introducirían reformas, todo en veneración a la Virgen de Monserrat».
Imagen del Señor Caído de Monserrate – Foto: Instituto Distrital de Turismo de Bogotá |
Entretanto, en 1651, el P. Bernardino de Rojas con autorización de su obispo «se retiró a llevar vida penitente y de oración en aquellos riscos» y allí construyó «unas casas en forma de convento con cuatro claustros y con ellos 12 celdas».
Poco después, y junto a la devoción a la Virgen de Monserrat, va surgiendo la devoción a Cristo caído rumbo al Calvario, a causa de la elaboración de una bella imagen «cuyo hermoso patetismo invita a la piedad de los fieles, [y que] comienza a sentar la tradición que en poco tiempo culminará con el título del Señor de Monserrate. La imagen data de 1657 y su autor es el escultor santafereño Pedro de Lugo, quien por encargo del padre Bernardino de Rojas la esculpió en su propio taller.
«Es muy cierto que al comenzar el siglo XVIII, la devoción de los santafereños era al Señor caído de Monserrate, cuya piadosa y dolorida imagen era visitada en romerías interminables, siendo objeto de promesas y de cuantiosas dádivas. Diversos sacerdotes diocesanos eran los capellanes del santuario», afirma el P. Mantilla.
La antigua iglesita colonial fue demolida a inicios del S. XX para dar paso a la construcción de una nueva que pudiera albergar el gran número de peregrinos. La construcción de esta iglesia, la actual, concluyó en 1920.
Gaudium Press / S.C.
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