Redacción (Miércoles, 30-11-2011, Gaudium Press) Ella es tan simple cuanto bonita: un círculo hecho de ramas verdes, generalmente de ciprés o cedro. En él se coloca una cinta roja larga que, al mismo tiempo adorna y mantiene presos a la varilla circular las ramas. Cuatro velas de colores variados completan una bella guirnalda que, en los países cristianos, adorna y marca hace siglos la época del adviento.
Foto: corazones.org |
A esta guirnalda se da el nombre de Corona de Adviento.
Una antigua costumbre piadosa
En los domingos de Adviento, existe la piadosa costumbre de las familias y las comunidades católicas reunirse en torno de una corona para rezar.
La «liturgia de la corona», como es conocida esta oración, se realiza de un modo muy simple. Todos los participantes de la oración se colocan alrededor de aquella guirnalda adornada y la ceremonia inicia. En cada una de las cuatro semanas del adviento se enciende una nueva vela, hasta que todas sean encendidas.
El encender de las velas es siempre acompañado de un canto. En seguida, se lee un pasaje de las Sagradas Escrituras que sea propio para el tiempo de Adviento y es hecha una pequeña meditación. Después de eso es que son realizadas algunas oraciones y son hechas algunas alabanzas para concluir la ceremonia. Generalmente la guirnalda de la corona, así como las velas son bendecidas por un sacerdote.
Origen
La Corona de Adviento tiene su origen en Europa. En invierno, sus todavía bárbaros habitantes encendían algunas velas que representaban la luz del Sol. Así, ellos afirmaban la esperanza que tenían de que la luz y el calor del astro rey volvería a brillar sobre ellos y calentarlos. Con el deseo de evangelizar aquellas almas, los primeros misioneros católicos que allá llegaron quisieron, a partir de las costumbres de los naturales de la tierra, enseñarles la Fe y conducirlos a Jesucristo. Fue así que, crearon la «corona de adviento», cargada de símbolos, enseñanzas y lecciones de vida.
La forma circular
El círculo no tiene principio, ni fin. Es interpretado como señal del amor de Dios que es eterno: sin principio y sin fin. El círculo simboliza también el amor del hombre a Dios y al prójimo que nunca debe llegar al fin, acabarse. El círculo además trae la idea de un «enlace de unión» que liga a Dios y las personas, como una gran «Alianza».
Ramas verdes
Verde es el color que representa la esperanza, la vida. Dios quiere que esperemos su gracia, su perdón misericordioso y la gloria de la vida eterna al final de nuestra vida terrenal. Las ramas verdes recuerdan las bendiciones que sobre los hombres fueron derramadas por Nuestro Señor Jesucristo, en su primera venida entre nosotros y que, ahora, con una esperanza renovada, aguardamos su consumación, en su segundo y definitivo regreso.
Cuatro velas
El adviento tiene cuatro semanas, cada vela colocada en la corona simboliza una de esas cuatro semanas. Al inicio la Corona está sin luz, sin brillo, sin vida: ella recuerda la experiencia de oscuridad del pecado.
A medida en que vamos acercándonos a la navidad, a cada semana del Adviento, una nueva vela va siendo encendida, representando cada una de ellas una aproximación más inminente de la llegada hasta nosotros de aquel que es la luz de este mundo, Nuestro Señor Jesucristo. Él es quien disipa toda oscuridad, es quien trae a nuestros corazones la reconciliación tan esperada entre nosotros y Dios y, por amor a Él, la «paz en la Tierra entre los hombres de buena voluntad».
Con ese tiempo de preparación, quiere la Iglesia enseñarnos que la vida en este valle de lágrimas es un inmenso adviento y, si vivimos bien, esto es, de acuerdo con la Ley de Dios, Jesucristo será nuestra recompensa y nos reservará en el Cielo un bello lugar, como está escrito: «Cosas que los ojos no vieron, ni los oídos oyeron, ni el corazón humano imaginó, tales son los bienes que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman» (1Cor 2, 9).
Por João Sergio Guimaraes
Deje su Comentario