sábado, 23 de noviembre de 2024
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"Oración, súplica, alabanza y agradecimiento" a Dios deberían fundirse, dijo el Papa

2011-12-14T124335Z_453719949_GM1E7CE1LR201_RTRMADP_3_POPE.jpgCiudad del Vaticano (Miércoles, 14-12-2011, Gaudium Press) «En nuestra oración, súplica, alabanza y agradecimiento deberían fundirse juntas, incluso cuando nos parece que Dios no responde a nuestras concretas expectativas. El abandonarse al amor de Dios, que nos precede y nos acompaña siempre, es una de las actitudes de fondo de nuestro diálogo con Dios», comentó el Papa en la catequesis de esta mañana al hablar de la oración de Jesús, en el contexto de dos de sus milagros, el de la cura del sordomudo y el de la resurrección de Lázaro. Hoy ocurrió una audiencia especial para México, por el saludo con el que el Papa recibió a una delegación de Puebla, estado que ofreció al Vaticano el pesebre mexicano en cerámica de Talavera.

En el ciclo de la catequesis sobre las oraciones de Jesús, Benedicto XVI presentó hoy dos ejemplos de ‘oraciones de milagros’, en la cura del sordomudo (cfr Mc 7,32-37) y la resurrección de Lázaro (cfr Jn 11,1-44), que demuestran «la profunda ligación entre el amor a Dios y el amor al prójimo». Jesús acompañaba su acción curativa con una profunda oración a Dios. De esta manera se manifiesta en él «el verdadero Dios y verdadero Hombre», que estaba atento al otro, especialmente si necesitado y sufriente; pero también se manifiesta «la relación única de conocimiento y de comunión con el Padre».

«Común gesto -dijo el Papa al contar el milagro de la cura del sordomudo- el Señor toca las orejas y la lengua del enfermo, o sea, las sedes específicas de su enfermedad. La intensidad de la atención de Jesús se manifiesta también en los trazos insólitos de la cura», principalmente en la palabra «Effatà» (¡Ábrete!), en la cual evidencia el carácter singular de la escena por el hecho de que Jesús «en el momento de obrar la cura, busca directamente su relación con el Padre».

Esta ligación entre Jesús y Dios unidos en la oración y su aspecto humano son demostrados también en el milagro de la resurrección de Lázaro. El Papa recordó que el Señor no escondió su profunda conmoción. «Esta ligación de amistad -continuó- la participación y la conmoción de Jesús delante del dolor de los parientes y conocidos de Lázaro, refuerza todavía más su intensa relación con el Padre».

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El Papa saluda delante del pesebre ofrecido por el estado mexicano de Puebla

Al final de la presentación de los dos milagros, el Santo Padre recordó a los presentes que «en la oración de súplica al Señor no debemos esperar el cumplimiento inmediato de aquello que pedimos, de nuestra voluntad, sino entregarnos a la voluntad del Padre, leyendo cada evento en la perspectiva de su gloria, de su diseño de amor, con frecuencia misterioso a nuestros ojos».

«Por eso -continuó- en nuestra oración, súplica, alabanza y agradecimiento deberían fundirse juntas, incluso cuando nos parece que Dios no responde a nuestras concretas expectativas. El abandonarse al amor de Dios, que nos precede y nos acompaña siempre, es una de las actitudes de fondo de nuestro diálogo con Dios».

La audiencia general de esta mañana, así como todos los miércoles precedentes de diciembre, sucedió en la Sala Pablo VI. Entre los 5.500 fieles presentes había un grupo brasileño de la parroquia de Silvânia, Goiás; y una delegación del gobierno de Puebla compuesta por el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa; el gobernador Rafael Moreno Valle; el embajador junto a la Santa Sede Héctor Federico Ling Altamirano, quienes ofrecieron al Papa el pesebre en la cuarta edición de la «Navidad Mexicana en el Vaticano».

 

 

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