En el Ángelus el Santo Padre reza por las víctimas de la tempestad tropical en Filipinas

Ciudad del Vaticano (Lunes, 19-12-2011, Gaudium Press) «En su simplicidad, María es sabia: No duda del poder de Dios, pero quiere entender mejor su voluntad, para conformarse integralmente a esta voluntad». En el cuarto domingo de Adviento que precede directamente a la Navidad, ayer, el Santo Padre se concentró en la tradicional reflexión que hace antes de la recitación del Ángelus, «en la importancia de la virginidad de María». Durante los saludos en varias lenguas el Papa expresó su proximidad a las poblaciones del sur de Filipinas afectadas por una violenta tempestad tropical. «Rezo por las víctimas, en gran parte niños, por los sin techo y por los numerosos desaparecidos», aseguró.

Falta todavía una semana para las celebraciones de la Santa Navidad. El Vaticano ya cambió su atmósfera. El viernes pasado en la Plaza San Pedro fue inaugurado el Árbol de Navidad. Los trabajos en el gran pesebre que se encuentra a lado del árbol están siendo concluidos. También en la Basílica vaticana están terminando la construcción de un pesebre. Las oficinas de la Curia Romana ya están decoradas con pequeños árboles de Navidad y pesebres.

En esta atmósfera plena de alegría de la Navidad que está tan próxima, el Santo Padre invita a los fieles a mirar y a contemplar la figura de María, su virginidad. «Contemplando el estupendo ícono de la Santísima Virgen -dijo- en el momento en que recibe el mensaje divino y da su respuesta, somos interiormente iluminados por la luz de verdad que emana, siempre nueva, de aquel misterio».

La virginidad de María es «esencial para el conocimiento de Jesús y para nuestra fe», porque «testimonia que la iniciativa fue de Dios y principalmente revela ‘quién es’ el concebido». En este sentido, explicó el Papa en seguida, «la ‘virginidad’ de María y la ‘divinidad’ de Jesús se garantizan recíprocamente». Su virginidad tiene «una única e irrepetible» importancia y «significado espiritual» también para cada cristiano porque «en síntesis, está ligado a la fe». El misterio de la Navidad es para «quien confía profundamente en el amor de Dios, [y] acoge en sí a Jesús».