Ciudad del Vaticano (Martes, 20-12-2011, Gaudium Press) Entre los 22 decretos (12 de milagros, 3 de martirio y 7 de virtudes heroicas) presentados ayer de mañana por el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, a la firma del Santo Padre, había el de un milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Crescenzia, nacida en Argentina y muerta en Chile; y el de las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Assunta Marchetti, co-fundadora de las Hermanas Misioneras de San Carlos. Además, el Pontífice abrió el camino para la canonización de Siete Beatos, entre ellos la primera nativa americana, Kateri (Catalina) Tekakwitha.
Igualmente el Papa aprobó el milagro para la beatificación de cinco Venerables Siervos de Dios, entre los cuales Mons. Luigi Novarese, sacerdote italiano, apóstol de los enfermos contemporáneos, fundador de la Pía Unión de los Silenciosos Operarios de la Cruz y en tiempo de guerra, oficial de la Secretaría de Estado vaticana.
La Venerable Sierva de Dios María Crescenzia
La Venerable Sierva de Dios María Crescenzia, en el siglo, María Angélica Pérez, fue una religiosa profesa de la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto y una de las primeras flores de santidad de esta comunidad en tierras sudamericanas. Nació en San Martín (Buenos Aires) Argentina, el 17 de agosto de 1897 y murió en Vallenar, Chile, el 20 de mayo de 1932. El padre era un trabajador de las pampas argentinas, a veces como agricultor, a veces como vaquero, según la demanda; después Angélica, así como sus hermanos, comenzó a trabajar en los campos y al tiempo realizó sus estudios, obteniendo el diploma de profesora de prendas domésticas.
La hermana María Crescenzia |
A los 18 años, habiendo madurado su vocación, el día 31 de diciembre de 1915 entró a la Congregación de las Hijas de Nuestra Señora del Huerto, en la ciudad de Buenos Aires. Después del noviciado pronunció los votos el 7 de septiembre de 1919. En los primeros años de su vida religiosa, la hermana María Crescenzia se dedicó a los niños como profesora de costura y enseñando el catecismo. Sucesivamente se empeño con celo en la atención a los enfermos, especialmente a los tuberculosos internados en el sanatorio marítimo «Solarium» de Mar del Plata, a pesar de que la tuberculosis era una enfermedad que había afectado a más personas de su familia, el padre y dos hermanas, Luisa y Sofía, todos muertos jóvenes. En seguida fue transferida a Vallenar en Chile, donde algunas hermanas de la Congregación prestaban servicio en el hospital local. Allí pasó el último período de su breve vida. Murió de tuberculosis el 20 de mayo de 1932 con apenas 35 años, con el profundo duelo de la población de Vallenar, que la identificaba como la «santita».
Cuando en 1966 su tumba fue identificada, el cajón fue abierto y su cuerpo apareció intacto; fue transferido a Quillata a la nueva Capilla del cementerio de la Congregación y desde 1983 reposa en la Capilla del «Colegio del Huerto» en Pergamino. El 15 de diciembre de 1989 la Santa Sede dio la «luz verde» para el inicio del proceso de beatificación de la hermana María Angélica; después de varios grados de instrucción, sea en fase diocesana, sea en la Congregación vaticana, el 22 de junio de 2004 fue emitido el decreto sobre la heroicidad de las virtudes y fue proclamada venerable.
El segundo decreto, ligado al continente sudamericano, se refiere a las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Assunta Marchetti, co-fundadora de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, conocidas también como las «hermanas Scalabrinianas». Nació en Lombrici di Camaiore, Italia, el 15 de agosto de 1871 y vivió en San Pablo hasta su muerte el 1º de julio de 1948. Sirvió desde temprano, en Brasil, donde desembarcó en 1895, el Señor, cuidando de los pobres, huérfanos, enfermos, sufridores y principalmente los pobres migrantes italianos.
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