Ciudad del Vaticano (Lunes, 02-01-2012, Gaudium Press) En la edición 45ª de la Jornada Mundial de la Paz dedicada al tema «Educar a los jóvenes en la justicia y en la paz», Benedicto XVI subrayó en su homilía de la misa que este compromiso de «educar a los jóvenes en el conocimiento de la verdad, en los valores fundamentales de la vida, en las virtudes intelectuales, teologales y morales, significa mirar el futuro con esperanza». El 1 de enero la Iglesia Católica celebra la solemnidad de María Madre de Dios.
A dos cuestiones, el Papa dedicó tanto la homilía cuanto la meditación antes de la oración del Ángelus: maternidad de María e invitación a la educación en la justicia y en la paz.
En la Madre de Dios se expresa la antigua bendición sacerdotal. La Virgen María es «Madre y modelo de la Iglesia», del «estar en la presencia de Dios» y de aceptar su palabra y ofrecerse como «tierra buena» para su bendición. A su vez, «la Iglesia participa en el misterio de la maternidad divina» a través de la predicación y los sacramentos, especialmente el del bautismo «en la generación de los hijos de Dios». La Iglesia también es «la mediadora de la bendición de Dios para el mundo», llevando «la misericordia y la paz que el mundo de sí no puede darse y de las cuales siempre tiene necesidad, más que del pan.»
Educar a los jóvenes a la justicia y a la paz
La Solemnidad de María Madre de Dios desde hace 45 años está vinculada a la celebración del Día Mundial de la Paz. Sobre el tema de «Educar a los jóvenes a la justicia y la paz», el Pontífice recordó que esta tarea «es una parte integral de la evangelización» de la Iglesia. De hecho, «la Iglesia en los últimos tiempos, se ha hecho intérprete de una exigencia que implica a todas las conciencias más sensibles y responsables del destino de la humanidad: la necesidad de responder a un desafío decisivo» en la educación. El desafío que en nuestras épocas de «mentalidad tecnológica» y «relativismo cultural plantea una pregunta radical: ¿sigue teniendo sentido educar? Y después, ¿educar a qué cosa?».
«A la vista de las sombras -continuó el Papa- que hoy oscurecen el horizonte del mundo, asumir la responsabilidad de educar a los jóvenes en el conocimiento de la verdad, en los valores fundamentales de la vida, las virtudes intelectuales, teologales y morales significa mirar futuro con esperanza». Porque «los jóvenes son por naturaleza abiertos a estas actitudes» de la convivencia pacífica, el respeto mutuo, el diálogo y el entendimiento. Es la sociedad que les hace «actuar en modo opuesto hasta intolerante y violento».
En este contexto, el Santo Padre reiteró su llamado a «una educación sólida» de las conciencias de los jóvenes a «desarrollar una personalidad que combine un profundo sentido de justicia con el respeto por los demás, con la capacidad para hacer frente a los conflictos sin prepotencia, con la fuerza interior de testimoniar el bien aunque cueste sacrificio, con el perdón y la reconciliación. «
En el Ángelus, Benedicto XVI continuó su pensamiento recordando que la paz «no es nunca un bien que se alcanza completamente, sino una meta a la que todos debemos aspirar y por la que debemos trabajar todos». A los líderes de las naciones, el Papa expresó la esperanza de que se renueve «la disponibilidad y el compromiso de adoptar y fomentar este deseo insuprimible de la humanidad» en «gestos concretos de reconciliación, justicia y paz.»
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