Redacción (Viernes, 13-01-2012, Gaudium Press) La pequeña semilla de mostaza al ser plantada, con el pasar de los años crece vertiginosamente, transformándose en la mayor de todas las hortalizas. Una persona desconocedora de Botánica, queriendo buscar una relación de causa y efecto entre la semilla y el árbol, tendría un sobresalto. ¿Cómo de tan pequeño grano puede surgir tamaño arbusto?
Tal perplejidad también se da en un alma ausente de fe, que volviendo sus ojos a un pasado ya muy distante, considera a doce humildes pescadores, circundando un hombre de semblante afable y acogedor, enseñando verdades nunca antes proferidas por labios humanos. ¿podrá creer que que allí está la semilla que hará germinar el mayor árbol de la tierra, llamada Santa Iglesia Católica Apostólica Romana?
¿Quién imaginaría que sus raíces se esparcirían por todo el mundo y que naciones enteras vendrían a abrigarse a su sombra? Este desconoce la savia de este frondoso árbol. Su origen es todo divino, brotado del flanco abierto de Jesucristo en lo alto de la cruz.
Este árbol plantado por el Divino Agricultor tiene un título que a todo católico es muy querido. Es también llamado de madre. Esto en el sentido pleno de la palabra que es el de generar hijos. Pero con una característica muy superior al común de las madres. Estas, biológicamente tienen un período en que pueden engendrar hijos y con el pasar de los años tal capacidad deja de existir. La Santa Madre Iglesia no.
Ella es esta madre tan fértil que engendra hijos en todas las épocas históricas y de acuerdo con sus necesidades. Así, durante la invasión de los bárbaros ella generó a los benedictinos, una institución eminentemente civilizadora. En el siglo XIII, marcado por un período de riqueza y opulencia, ella hizo nacer dos grandes hijos; los Franciscanos y los Dominicos que deseando la pobreza, traían el equilibrio a la sociedad de entonces. En el período de la Pseudo-reforma, donde muchas voces se levantaron contra esta misma madre, ella otra vez da a luz a un hijo más, la Compañía de Jesús. Ésta, con todo ardor y deseo de conquista, no solo responde a las indagaciones levantadas contra la Iglesia, sino também expande sus raíces por el nuevo mundo.
En el momento actual en que la Iglesia pasa por una crisis sin precedentes en su historia, ¿dónde están estos nuevos hijos engendrados por ella para defenderla?
Gracias a Dios, son muchas las instituciones que en este período conturbado ella generó. Varios todavía son tiernos niños, pero que están alcanzando su madurez para cumplir la honrosa misión de defenderla. Pidamos a Dios para que seamos también uno de estes hijos, que fiel y humildemente puedan servir a su santa madre en la implantación del Reino de Cristo en la Tierra.
Por Inácio Almeida
Deje su Comentario