Madrid (Lunes, 16-01-2012, Gaudium Press) En su carta semanal a los fieles Mons. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, España, ha aprovechado la lectura de la 1ra. Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios, realizada ayer en la liturgia dominical, para hablar sobre la castidad a la que cada uno es llamado según su estado. «Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo», dice el apóstol San Pablo en el capítulo 6 de esa epístola.
Según Mons. Fernández, la castidad es protegida por el pudor – Foto: Infocatolica.com |
«Impacta escuchar tan directamente esta palabra en la liturgia de este domingo. Parece dirigida especialmente a nuestro tiempo, donde la incitación a la fornicación es continua en los medios de comunicación, en el cine, en la TV, incluso hasta en algunas escuelas de secundaria, dentro de los programas escolares», expresa Mons. Fernández.
En la misiva a la diócesis, el obispo de Córdoba contextualiza las palabras del apóstol, dirigidas a un tiempo y lugar que guardan estrechas similitudes con nuestra época.
«San Pablo se dirige a los corintios, una ciudad portuaria donde había de todo, también de lo malo. En el imperio romano, la honestidad y la castidad fue decayendo y las costumbres entre los jóvenes y adolescentes era en ciertos ambientes, sobre todo deportivos, una depravación. San Pablo se dirige directamente a los jóvenes y les exhorta: ‘Huid de la fornicación’, y les da una razón de peso: ‘¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo…que habita en vosotros? No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros’ (1Co 6,20). Precisamente, una de las ideas que hoy más se gritan con ansia de libertad es la contraía: ‘Yo soy mía/mío, y con mi cuerpo hago lo que quiero’ «, expresa el prelado.
Monseñor Fernández hace asimismo el elogio de la castidad, afirma que la sexualidad desbordada es causa de verdaderas «explosiones» y manifiesta que todos los estados de vida están llamados a ser castos.
El elogio de la castidad
«La castidad es la virtud que educa la sexualidad, haciéndola humana y sacándola de su más brutal animalidad. Cuando la sexualidad está bien encauzada, la persona vive en armonía consigo misma y en armonía con los demás, evitando toda provocación o violencia. La castidad viene protegida por el pudor. Cuando la sexualidad está desorganizada es como una bomba de mano, que puede explotar en cualquier momento y herir al que la lleva consigo. Y esto sea dicho para todos los estados de vida: para la persona soltera, en la que no hay lugar para el ejercicio de la sexualidad, para la persona casada, que ha de saber administrar sus impulsos en aras del amor auténtico, para la persona consagrada, que vive su sexualidad sublimada en un amor más puro y oblativo», dice.
«Es posible llegar virgen al matrimonio, aunque el ambiente no sea favorable. Es posible vivir una consagración total, de alma y cuerpo, al Señor como una ofrenda al Señor que beneficia a los demás. Es posible ser fiel al propio marido, a la propia mujer. Más aún, a eso invita la Palabra de Dios en este domingo, huyendo de la fornicación. Y la Palabra de Dios tiene fuerza para que se cumpla en nuestras vidas».
«Damos gloria a Dios también con nuestro cuerpo- concluye en su Carta el obispo de Córdoba. Dios nos ha amado también corporalmente, al hacerse carne el Hijo de Dios. El cristianismo es la religión de la redención de nuestra carne. Nuestro amor a Dios, a Jesucristo, pasa por nuestro cuerpo. La gracia de Dios es capaz de organizar nuestra sexualidad humana y hacerla progresivamente capaz de expresar el amor más auténtico, el único que hace feliz a toda persona humana».
Deje su Comentario