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La Iglesia es llamada a seguir en la misión confiada a Cristo

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 25-01-2012, Gaudium Press) Al final de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la audiencia general, el Santo Padre habló sobre la «Oración Sacerdotal» de Jesús en la Última Cena. La Oración en la cual «Jesús ora por la Iglesia de todos los tiempos» y «ora también por nosotros», por la unidad de todos sus discípulos. La conclusión de la Semana sucede en el día de la fiesta de la conversión de San Pablo Apóstol. En esta ocasión el Santo Padre, por la tarde, celebrará las segundas Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros, la basílica papal romana reservada a las celebraciones ecuménicas.

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El Papa a su llegada a la audiencia general

La «Oración Sacerdotal» de Jesús es una oración que fue hecha pocas horas antes de su sacrificio en la cruz. Esa oración, explicó el Papa al inicio de la catequesis, se coloca en la fiesta judaica de la expiación, el Yom Kippur, del Sumo Sacerdote que «cumple la expiación primero por sí, después por la clase sacerdotal, y al final por la comunidad entera del pueblo». Jesús retoma la estructura de esta fiesta en sus tres aspectos – el de la oración por «sí mismo» para entrar en la más plena obediencia con el Padre, así como «por los apóstoles y por todos aquellos que creyeron en Él, por la Iglesia de todos los tiempos» y por su consagración.

«El pedido central -continuó el Papa- de la oración sacerdotal de Jesús, dedicada a sus discípulos de todos los tiempos, es el de la futura unidad de todos los que creyeron en Él». Jesús ruega que ellos «sean una sola cosa». Gracias a esa unidad «recibida y conservada» la Iglesia «puede caminar ‘en el mundo’ sin ser ‘del mundo’ y vivir la misión confiada para que el mundo crea en el Hijo y en el Padre que lo mandó».

El tercer elemento de la Oración sacerdotal es el «pedido de consagración», esto es, de purificación, de «todos aquellos que serán llevados a la fe a través de la misión inaugurada por los apóstoles y continuada en la historia». En esta oración se expresa la institución de la Iglesia y su propia misión de ser «el lugar en el cual continúa la propia misión de Cristo: conducir al ‘mundo’ fuera de la alienación del hombre de Dios y de sí mismo, fuera del pecado, para que retorne a ser el mundo de Dios».

La oración de Jesús es también una invitación para los cristianos de hoy: «en nuestra oración pedimos a Dios que nos ayude a entrar, de modo más pleno», para «ser ‘consagrados’ a Él» para «poder amar cada vez más a los otros, los próximos y los distantes» y para «ser capaces de abrir nuestra oración a las dimensiones del mundo» y no solamente «cerrándola en el pedido de ayuda para nuestros problemas».

Esta invitación «a orar como nos enseña Jesús, pidiendo a Dios que manifieste su voluntad en nuestras vidas, nos consagre y abra nuestro corazón al mundo y a la misión», el Papa la ha repetido también en el saludo dirigido a los peregrinos de lengua española, resaltando que «el don de la unidad que esta Semana hemos suplicando con insistencia nos ayude a dar razón de nuestra esperanza ante los que nos rodean».

En el saludo en portugués, Benedicto XVI recordó la fiesta del día y propuso «como modelo de vida al Apóstol San Pablo, cuya conversión hoy recordamos en un abrazo ideal que se extiende a todos los cristianos en la conclusión del Octavario de Oración por su Unidad. Que vuestros corazones, fuertes en la fe, puedan servir siempre a los amorosos designios de Dios».

La audiencia general de hoy de mañana sucedió en una atmósfera muy familiar por la poca presencia de los peregrinos, solamente 2,5 mil personas. El período de enero y febrero es uno de los más tranquilos en Roma. A las jóvenes parejas el Papa pidió educar a los «propios hijos según la lógica del amor gratuito, sobre el modelo de amor de Dios por la humanidad».

Gaudium Press / Anna Artymiak

 

 

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