Ciudad del Vaticano (Miércoles, 25-01-2012, Gaudium Press) La necesidad y la urgencia de la evangelización «ad gentes» no es una «contribución voluntaria», sino el deber «único» e «insustituible» que «debe involucrar a toda la actividad de la Iglesia particular» en»todos los sectores» para dar «una renovada adhesión de fe personal y comunitaria en el Evangelio de Jesucristo». Estos son los deseos del Papa Benedicto XVI en el Mensaje para la próxima Jornada Misionera Mundial que tendrá lugar el domingo, 21 de octubre. El tema es una invitación a los fieles: «Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad» de la Carta Apostólica «Porta fidei». El mensaje con fecha del 6 de enero de 2012, Solemnidad de la Epifanía, fue publicado hoy en italiano por la Sala de prensa del Vaticano.
El Papa puso como ejemplo evangelizador a San Pablo |
En octubre próximo, la Iglesia católica vivirá dos momentos particularmente significativos para su propia actividad pastoral y misionera: la apertura del año de la Fe el 11 de octubre, justo en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y el Sínodo sobre la Nueva Evangelización, que se celebrará en el Vaticano, del 7 al 28 de octubre, sobre el tema: «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.» Hoy fue publicado el Mensaje para la Jornada Misionera Mundial, que se ubica en estos eventos.
«Al igual que San Pablo, debemos estar atentos a los lejanos, aquellos que no conocen todavía a Cristo y no han experimentado la paternidad de Dios», reafirma en el mensaje el Santo Padre, ofreciendo orientaciones prácticas. En primer lugar, la Iglesia católica debe ser «consciente» y «constante» en su misión de proclamar la Palabra de Dios. Ella es llamada a «leer la historia con el fin de ver los problemas, aspiraciones y esperanzas de la humanidad» para entender que «Cristo debe curar, purificar y reponer con su presencia. «
El Santo Padre también vuelve también al problema de la «crisis de fe», recordando en el mensaje que es «uno de los obstáculos al impulso por la evangelización». La Iglesia está llamada a dar «el pan de vida y el agua viva» de la alegría del encuentro con Jesús en respuesta al «hambre y la sed de Dios» en el mundo. La fe es «un don y un misterio» para recibir, compartir y llevar a todos.
«Es -propone el Papa- renovar el entusiasmo de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia a Dios, a fin de redescubrir la alegría de creer». Debido a que la «preocupación por la evangelización no debe permanecer al margen de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que lo caracterizan con fuerza, en el sentido de ser destinatario y al mismo tiempo, misioneros del Evangelio.»
La manera más explícita de dar testimonio de la fe es sobre todo la caridad, subraya Benedicto XVI, agradeciendo por las Obras Misionales Pontificias, desarrolladas en su nombre. La acción de la evangelización debe de hecho traducirse en «ayuda al prójimo, la justicia hacia los más pobres, oportunidades de educación en las aldeas más lejanas, asistencia médica en lugares remotos, la emancipación de la pobreza, la rehabilitación de aquellos que son marginados, apoyo al desarrollo de los pueblos, la superación de las divisiones étnicas, el respeto de la vida en todas sus fases».
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