Santa Sede ratifica Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico de drogas

Ciudad del Vaticano (Jueves, 26-01-2012, Gaudium Press) La Santa Sede ratificó ayer en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York la «Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y substancias psicotrópicas», del 20 de diciembre de 1998, firmada por la Santa Sede. Adhiriendo también a la «Convención Internacional para la represión del financiamiento del terrorismo», del 9 de diciembre de 1999, y a la «Convención de las Naciones Unidas contra el crimen organizado trasnacional», del 15 de noviembre del 2000.

El Vaticano fue representado por el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU Mons. Francis Assisi Chullikat, que depositó junto al Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, el instrumento de ratificación y las dos adhesiones.

Según comunicado emitido por el Vaticano, de ese modo, la Santa Sede quiere contribuir con el propio soporte moral en las citadas Convenciones y también «desea afirmar el propio empeño en la promoción de los valores de solidaridad, de justicia y de paz entre las personas y los pueblos, donde se requiere la primacía del estado de derecho y el respeto de los derechos humanos, reafirmando un papel importante de los instrumentos de la cooperación penal y judiciaria de realizar una defensa eficaz contra las actividades criminales que colocan en peligro la dignidad humana y la paz».

Durante la presentación del comunicado en la Sala de Prensa de la Santa Sede, el secretario vaticano para las relaciones de la Santa Sede con los Estados, Mons. Dominique Mamberti, afirmó «la voluntad y el propio empeño concreto y eficaz de la Santa Sede de colaborar con la Comunidad internacional de manera coherente con su naturaleza y misión, con el fin de garantizar la paz y la justicia internacional».

«En el actual contexto internacional», continuó, «marcado por gravísimas y repetidas violencias por motivos religiosos, con mucha frecuencia contra los cristianos, creo imprescindible resaltar que tales tipos de cooperación internacional en el futuro podrán también ser útiles para prevenir y combatir estas graves ofensas a la vida y a la libertad religiosa de todo ser humano».