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En Madalla, Nigeria, en pleno atentado a la iglesia Santa Teresa, surgió el heroismo

Madrid (Viernes, 27-01-2012, Gaudium Press) En medio del dolor y la indignación, surge con frecuencia luces de esperanza. Y de nobleza de alma.

Una de ellas es la que brilla en el reportaje de Eduardo S. Molano, enviado especial del diario ABC a Madalla, Nigeria, donde el 25 de diciembre pasado un atentado terrorista del grupo extremista islamista Boko Haram acabó con la vida de más 40 parroquianos de la Iglesia de Santa Teresa.

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Mujeres lloran por sus seres queridos muertos en el atentado en Madalla

«Eran cerca de las 8 de la mañana», recuerda a ABC el P. Isaac Achi, párroco del templo. «Nada más terminar la tradicional misa de Navidad, los fieles comenzaron a salir del templo. Fue entonces cuando un coche bomba hizo explosión». «A mi salida, el espectáculo era ya dantesco. Decenas de cuerpos carbonizados se apilaban en las calles, mientras los supervivientes aullaban sin destino», expresa con dolor el sacerdote.

La intención primera del terrorista era haber introducido el carro bomba al interior de la Iglesia, lo que fue impedido por la seguridad presente. Si su propósito hubiese sido conseguido la tragedia hubiera tenido dimensiones de genocidio, pues habitualmente se reúnen 3.500 fieles los domingos en la Iglesia, y ese 25 de diciembre era domingo. Entretanto, por otra circunstancia, la tragedia hubiera sido mayor, si no media la decidida acción del párroco.

«Si no llega a ser por la intervención del reverendo Achi, estaríamos hablando de una carnicería inconmensurable», dice a ABC Modestus Nnamani, parroquiano de Santa Teresa y quien ha ayudado en las tareas de salvamento.

«Nada más producirse la explosión, ante la ola de pánico generada, los fieles comenzaron a enfrentarse con la Policía. En ese momento, el párroco realizó un llamamiento a la calma y a que todos los feligreses se concentraran en el interior del templo», expresa Modestus.

La Policía comenzó a disparar, y entonces «el reverendo puso su pecho entre los muros de la iglesia y las ametralladoras. Buscando ser la primera víctima. Él es el verdadero héroe de Santa Teresa», concluye Modestus. La intervención del Padre salvó varias vidas en esa mañana fatídica en que muchos entregaban su alma a Dios.

El sacerdote, de cerca de 50 años, y a quien no le agrada el calificativo de héroe, es desde el 2004 la cabeza de la comunidad cristiana en Madalla.

 

 

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