sábado, 23 de noviembre de 2024
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Mons. Braz de Aviz habla de la "enfermedad de las relaciones interpersonales" y su efecto en la crisis vocacional

Ciudad del Vaticano (Jueves, 02-02-2012, Gaudium Press) «Me parece -es una constatación personal- que una de las cuestiones basilares es que las relaciones interpersonales están enfermas», observa en la entrevista a «L’Osservatore Romano», por ocasión del Día Mundial de la Vida Consagrada, el Arzobispo brasileño Braz de Aviz, desde hace un año prefecto de la Congregación para los Obispos, que el próximo día 18 de febrero será creado cardenal.

Una vocación «especial» y de «gran importancia en la iglesia» en la cual se encuentra «una respuesta muy especial al llamado del Señor», y que «anuncia valores que ya están presentes, pero que también son futuros, como el celibato y la virginidad». Con estas palabras el arzobispo se refirió a una de las tres estradas de la vocación cristiana.

Uno de los problemas más serios que la vida consagrada enfrenta hoy es la falta de las vocaciones, como resalta el Prefecto. Es de hecho «un fenómeno típicamente de Europa», que comienza a estar presente también en los Estados Unidos, Canadá y Australia y un poco en América Latina. Mientras en la India, Corea y en otros países de Oriente, se nota un aumento. Uno de los ejemplos europeos es Francia donde hace diez años el número de monjas disminuyó de 36.000 a 6.000.

La soledad que en el mundo es individualismo

El futuro cardenal ve el motivo de este fenómeno en la falta de relaciones interpersonales. «No sabemos – observa – relacionarnos, ni como autoridad y obediencia, ni como fraternidad. Todo esto provoca un mal muy grande, porque esta soledad que en el mundo es individualismo, en la comunidad puede tornarse angustia y no resuelve el problema interior. No por acaso, muchos consagrados y consagradas salen de los institutos no porque no sientan la vocación, sino porque no se sienten más felices en la comunidad. Es un fenómeno que llama la atención, porque en un cierto sentido es un poco nuevo, siendo relacionado a la globalización y la búsqueda de la felicidad humana».

Uno de los puntos más importantes es la formación «conducida sobre el modelo de los discípulos y las discípulas de Jesús» y no solamente «disciplinaria e intelectual». Falta también -continúa el prefecto- en los formadores la capacidad de ser cuerpo». Otro elemento fundamental es entender la «dimensión decisiva» de la vida consagrada que es la fe. La presencia de los religiosos y las religiosas en el mundo es dar a Cristo a los otros. «Establezco -explica el arzobispo- una relación con Dios en los otros. Esto es muy diferente: da el sello a aquello que el hombre y la mujer de fe pueden donar a los otros».

En la entrevista al «OR», Mons. Braz de Aviz se pregunta si una visión consumista presente en algunas comunidades puede estar obstaculizando el surgimiento de vocaciones: «Entramos – continúa el arzobispo – un poco a una óptica consumista. Veo también separaciones por causa de los bienes y esto indica que el espíritu no es correcto. Hay una figura nueva que está tomando cuerpo en Australia, Canadá y Estados Unidos, donde muchos religiosos se están organizando en «corporaciones». Se trata de una entidad nueva, que acomuna miembros de varias órdenes y obras de la misma orden por una mayor seguridad, eficacia y economía. Como congregación estamos siguiendo esta realidad, pero aún no sabemos bien cómo se desarrollará, porque es una cosa nueva».

El prefecto resalta también, al responder a la pregunta sobre el envejecimiento de algunas congregaciones, la necesidad de respeto por los ancianos que en ellas están. «Algunas congregaciones – dice – ven a los ancianos con mucha dificultad, como un peso, y los separan en otra estructura donde ellos esperan la muerte». Por tanto, «El anciano no es visto como una fuente de sabiduría y muere de soledad, porque ve delante de sí la muerte y Dios, pero no ve la comunidad. Este es un fenómeno muy malo. Cómo es bonito ver personas ancianas que viven en la comunidad». El arzobispo Braz pide que se respete también las congregaciones que están en crisis y tener más «confianza en la acción de Dios» en el renacimiento.

 

 

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