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Chile (Domingo, 12-04-2009, Gaudium Press) Ante una Catedral colmada de fieles, se celebró al mediodía la Misa de Domingo de Resurrección, que fue presidida por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz en compañía de los Obispos Auxiliares y presbíteros del clero capitalino.
La Eucaristía contó además con la participación del Coro de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica que interpretó la Misa Brevis en SI bemol Mayor KV 275 de Mozart, otorgando un especial carisma a la ceremonia.
Al inicio de su homilía, el Cardenal Errázuriz meditó en torno a las lecturas bíblicas del día y a las leídas en la Vigilia de Pascua, reconociendo en toda la historia del pueblo de Israel la acción de Dios y el cumplimiento de todas sus promesas; invitándonos a todos por medio de su hijo a “buscar los bienes del cielo, los bienes que no conocen la corrupción y satisfacen nuestros más hondos anhelos”.
Más adelante el Pastor Diocesano hizo mención al valor de la vida, especialmente a la de aquel que está por nacer, señalando: “Nos sobrecoge el valor de cada vida humana, que es vida maravillosa, por la cual Jesucristo murió y resucitó, que es proyecto, don y amor de Dios a nuestro pueblo”.
Asimismo señaló: “También crece nuestra gratitud al recordar a tantas mamás que han sabido respetar, querer y apoyar la vida maravillosa que se gestaba en su seno, si bien le pediría renuncias; a veces, grandes renuncias. Si Jesús vino a este mundo para amar a todo ser humano hasta el extremo, ¿cómo abordar su existencia sin el mayor amor, sin mucha gratitud?”
El Arzobispo de Santiago fue enfático en describir aquellos signos de una “contra-cultura” de muerte que han
estado presentes en el último tiempo y que amenazan profundamente a nuestro país. “Pienso en esos disparos masivos contra escolares y contra adultos, en otras latitudes del planeta; y en las redes de pedofilia que se confabulan contra la vida de tantos niños. Y pensemos en las guerras, en la difusión de la drogadicción y en los programas que crean familiaridad cotidiana con los peores asesinatos”, señaló,
Al finalizar, el Cardenal llamó a que prolonguemos en nuestra realidad el amor que Cristo demostró por nosotros; amor que no se podría explicar sin el reconocimiento de su resurrección.
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