Roma (Miércoles, 08-02-2012, Gaudium Press) El problema no es sólo el hecho de que los abusos sexuales fueron cometidos por miembros de la Iglesia, sino también de una «mortal cultura del silencio- la ‘cultura de la omertá’ en la sociedad que es «en sí misma errónea e injusta» y que hace que sea difícil llegar a la verdad y la justicia social. Justamente sobre el tema de la justicia, cuya base es la verdad, fue la charla de monseñor. Charles J. Scicluna, promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), esta mañana en el Simposio Internacional «Hacia la curación y la renovación», que ya en la conferencia de prensa dio relieve al problema de silencio en algunas culturas, que no ayudan a que se conozca la situación.
Recordando las palabras de Pío XII, monseñor deseó que «nuestra respuesta al triste fenómeno del abuso sexual infantil tenga que inspirarse siempre en una búsqueda honrada de la verdad y la justicia», porque «efectivamente la Iglesia necesita de la verdad que es justicia y de aquella justicia que es la verdad «, dijo el promotor de justicia vaticano. En el discurso de seis páginas, Monseñor Scicluna reafirmó las decisiones adoptadas por el Vaticano en respuesta a los casos comenzaron a llegar a la CDF que, además de la competencia doctrinal, también ejerce el poder disciplinario sobre el clero católico. También recordó el Derecho Canónico y los documentos sobre los «delicta graviora» (delictos graves): el motu proprio «Sacramentorum Sanctitatis tutela» del 30 de abril de 2001, la Carta a los católicos de Irlanda, de Benedicto XVI del 19 de 2010 y el motu proprio del Santo Padre Benedicto XVI del 21 de mayo de 2010 acerca de los cambios introducidos.
«Posteriores enemigos de la verdad -subrayó Monseñor- son la negación voluntaria de hechos conocidos y la errada preocupación según la cual el buen nombre de la institución tenga de algún modo que garantizar la más alta prioridad a expensas de la legítima denuncia de un crimen». Por lo tanto, «la admisión y el reconocimiento de la plena verdad de los hechos, incluyendo los efectos y las consecuencias dolorosas, son la fuente de la verdadera cura, tanto para la víctima como para el responsable del crimen.»
El promotor de justicia vaticano habló de la necesidad de colaboración con los expertos para llegar a la esencia del problema. «Los expertos en psicología son más capaces de explicar cómo y por qué los autores de crímenes desarrollan mecanismos de defensa» y «también son más capaces de explicar aquella profunda necesidad de la víctima de ser escuchada con atención, de ser comprendida y creída, de ser tratada con dignidad durante su viaje agotador hacia la recuperación y la curación. Necesitamos la ayuda de expertos para evaluar los llamados ‘recuerdos recuperados’ que se relacionan con posibles eventos de décadas anteriores», dijo.
El «establecer la verdad de lo sucedido en el pasado, y tomar medidas para evitar que se repita en el futuro» fue el deseo del Benedicto XVI en el Discurso a los obispos de Irlanda del 28 de octubre 2006. Esta responsabilidad también está presente en su Carta a los católicos de Irlanda del 19 de marzo de 2010, cuando le pide a los responsables de abusos «examinar la conciencia» y «asumir la responsabilidad propia por los pecados» cometidos.
En cinco puntos Mons. Scicluna presentó la ley canónica y las normas propuestas por la CDF, aprobadas anteriormente por Juan Pablo II y después por Benedicto XVI, específica en cuanto a cómo conseguir la justicia y la responsabilidad. La Iglesia Católica trata muy seriamente el abuso sexual cometido por un clérigo o religioso. La jurisdicción del caso está reservada para la CDF con la obligación del obispo y del superior de informar del caso.
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