Ciudad del Vaticano (Martes, 14-02-2012, Gaudium Press) Perteneciendo al Pontificio Instituto de Misiones Exteriores (PIME) en Bangkok y Chiang Mai, Tailandia, el Padre Braz Lourenço de Oliveira, es minero de Cataguases.
El mismo informa que él y sus compañeros de misión realizan innúmeras actividades evangelizadoras en un país donde Nuestro Señor Jesucristo todavía es desconocido o poco conocido.
«En Bangkok, mantenemos una casa para niños con necesidades especiales y otra para niños con familias problemáticas para los cuales damos estudio, apoyo médico y apoyo en otras necesidades.
En Chiang Mai, trabajamos con las comunidades tribales. Allí, muchas personas no hablan tailandés y, por eso, allá vivimos el primer contacto de ellos con el mundo cristiano», relata el Padre Braz.
El misionero brasileño trae la experiencia de 4 años de misión en Filipinas, único país asiático de mayoría católica, bien diferente de Tailandia que tiene una población de mayoría budista, donde solamente 0,5% de la población es católica.
Esa realidad hace que la misión sea aún más desafiante hasta incluso cuando tratamos los asuntos más comunes y simples que se tratan en cualquier otro contexto, por ejemplo la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo.
«Para ellos todavía es raro percibir que la Navidad no está ligada a una fecha y sí a una persona que es Jesucristo. Pero quién es Jesucristo, me preguntan. Es en esa hora que percibimos que ellos no tienen idea de lo que Él representa para nosotros».
El Padre Braz dijo que no enfrentó situaciones de peligro en Tailandia. Para él, como el budismo habla mucho de armonía, eso hace que el pueblo sea más pacífico, con todo, existen problemas en Tailandia así como en cualquier país.
A pesar de ser minoría, los católicos en Tailandia tuvieron un importante papel durante las recientes inundaciones que asolaron al país. Enfrentando las emergencias, los católicos ayudaron a los afectados «sean aquellos que estaban próximos a la parroquia o al mismo en un templo budista», reitera el Padre Braz.
Para los sacerdotes que se preparan para la misión, el Padre Braz tiene un consejo: «debemos percibir que la misión no es propiedad nuestra. Nosotros fuimos llamados y somos enviados en nombre de nuestro Señor Jesucristo».
La misión del Padre Braz en Tailandia continuará por tiempo indeterminado. «La misión, dice él, es hecha con los pies de los que parten, con las rodillas de los que oran, con las manos de los que ayudan, y con las voces de los que anuncian».
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