Ciudad del Vaticano (Miércoles, 15-02-2012, Gaudium Press) La oración de Jesús del total abandono a las manos de Dios, en la inminencia de la muerte «nos comunica la certeza de que, por más duras que sean las pruebas, difíciles los problemas, pesados los sufrimientos, no estaremos nunca fuera de las manos de Dios, aquellas manos que nos crearon, que nos sustentan y nos acompañan en el camino de la existencia, guiadas por un amor infinito y fiel». Con esa invitación el Santo Padre continuó la reflexión sobre la última oración de Jesús en la cruz, narrada por San Lucas.
El Papa a la salida de la Audiencia General |
Benedicto XVI recordó las tres palabras que constituyen la oración de Jesús en la cruz que San Lucas narra en su Evangelio: la oración de súplica a Dios por sus verdugos; de perdón para «el ladrón arrepentido» y de total entrega. El Apóstol cuenta que «las horas de oscuridad tienen su causa en el eclipsar del sol, pero en aquel momento sucede también el rasgar del velo del templo». Dos señales paralelas en el cielo y en el templo, así la muerte de Jesús se vuelve un evento cósmico y litúrgico señalando el inicio de un nuevo culto del templo construido no por hombres, sino por Dios.
Las últimas palabras de Jesús «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» son un fuerte grito de extrema y total entrega a Dios», que expresa su decisión firme de una plena y total «confianza en el amor de Dios». Sus últimas palabras para nosotros hoy son una señal de «una serena confianza y de una firme esperanza».
«Jesús que pide – observó el Papa – al Padre que perdone a aquellos que lo están crucificando, nos invita al difícil gesto de rezar también por aquellos que nos ofendieron, nos perjudicaron» y de «vivir, en nuestra oración, la misma actitud de misericordia y de amor que Dios tiene en relación a nosotros».
Además, su total entrega a las manos de Dios, «nos comunica la certeza de que, por más duras que sean las pruebas, difíciles los problemas, pesados los sufrimientos, no caeremos nunca fuera de las manos de Deus, porque son guiadas por un amor infinito y fiel».
Hoy de mañana, en la Sala Pablo VI, entre las 6 mil personas presentes, había grupos de América Latina como: Costa Rica, de la parroquia de Corpus Christi, de La Aurora de Heredia, de Chile, de las parroquias de San Esteban Mártir, de Los Andes, de San Pedro, de Coronel, de Cristo Rey y de la Virgen María, de Santiago; de Argentina, un grupo de peregrinos y de Brasil, un grupo de la parroquia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, de Curitiba.
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