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Ciudad del Vaticano (Miércoles, 22-02-2012, Gaudium Press) «Inundados por esta luz, ganaremos coraje nuevo para aceptar, con fe y paciencia, todas las dificultades, aflicciones y pruebas de la vida, sabiendo que, desde las tinieblas, el señor hará surgir la alborada nueva de la resurrección», dijo el Santo Padre a los peregrinos de lengua portuguesa en la conclusión de la catequesis sobre la Cuaresma del día de hoy en la audiencia general. La Cuaresma es «un tiempo propicio para una experiencia más profunda de Dios, que torne fuerte el espíritu, confirme la fe, alimente la esperanza y anime la caridad»; es el período de 40 días de ayuno, limosna y oración que comienza hoy con el Miércoles de Cenizas en la Iglesia Católica. La audiencia general de esta mañana sucedió en la Sala Pablo VI, repleta por la numerosa presencia de peregrinos de todo el mundo, entre los cuales de Argentina, Puerto Rico, y del ordinariato personal de «Our Lady of Walshingham», el primer ordinariato personal para ex-anglicanos. Hoy de tarde el Santo Padre preside la Misa de Cenizas en una antigua Basílica romana en el Avventino, dedicada a Santa Sabina.
«La liturgia cristiana de la Cuaresma tiene el objetivo de favorecer un camino de renovación espiritual, a la luz de esta larga experiencia bíblica y principalmente para aprender a imitar a Jesús, que en los cuarenta días pasados en el desierto enseñó a vencer la tentación con la Palabra de Dios», dijo el Santo Padre en la audiencia general de esta mañana dedicada al tema de la Cuaresma.
Un camino en el desierto
El transcurso de los 40 días del tiempo cuaresmal, de modo particular, expresa la experiencia de un «camino en el ‘desierto’ del mundo y de la historia» que recorre la Iglesia, como los israelíes en el Antiguo Testamento y Jesús en el desierto, de una situación de ambivalencia. «En este ‘desierto’ – observó el Papa – nosotros los creyentes tenemos ciertamente la oportunidad de hacer una profunda experiencia de Dios» que «nos hace partícipes de la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte mediante el sacrificio de amor en la Cruz», pero también del «aspecto negativo de la realidad que nos circunda».
El Papa habló de una situación de «aridez, la pobreza de palabras de vida y de valores, el secularismo y la cultura materialista -continuó el Santo Padre- que recogen a la persona en el horizonte mundano del existir substrayéndolo de cualquier referencia a lo transcendental» y «de las nubes del egoísmo, de la incomprensión y del engaño».
«A pesar de eso – afirmó el Pontífice – también para la Iglesia de hoy el tiempo del desierto puede transformarse en tiempo de gracia, porque tenemos la seguridad de que también de la roca más dura puede brotar el agua viva que mata la sed y restaura».
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| El Sumo Pontífice toma un refresco durante la audiencia |
La «Cuadragésima», tiempo de 40 días, tiene un profundo valor simbólico bíblico que hace referencia a muchos eventos del Antiguo y Nuevo Testamento: cuarenta días de y después del diluvio; cuarenta días y cuarenta noches Moisés permaneció en el Monte Sinaí para recibir la Ley, en presencia del Señor; cuarenta días de viaje del pueblo hebreo de Egipto hacia la Tierra Prometida; en el Nuevo Testamento, Jesús antes de iniciar la vida pública, se retira al desierto por cuarenta días, sin comer ni beber; y cuarenta son los días durante los cuales Jesús resucitado instruye a los suyos, antes de subir al Cielo y enviar el Espíritu Santo.
Durante los saludos Benedicto XVI recibió la medalla de oro de la Copa de Esquí de 2012, especialmente acuñada para el Pontífice. Del 29 de febrero al 9 de marzo, por primera vez ocurrirán los Campeonatos del Mundo Júnior de Esquí Alpino en el centro sur de los Apeninos, en Roccaraso y Rividonsoli, en la provincia de Aquila, Abruzzo.
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