Roma (Jueves, 23-02-2012, Gaudium Press) Con la Misa de las Cenizas presidida tradicionalmente ayer por el Papa en la Basílica de Santa Sabina situada en el Aventino la Iglesia Católica en Roma entró al período cuaresmal. Según el Pontífice, las cenizas se tornan «un símbolo sagrado» que lleva «el cosmos adentro de la propia Liturgia». Las cenizas, observó el Papa, son un símbolo-invitación «a la penitencia, la humildad, a darse cuenta de la propia condición mortal, pero no para caer en la desesperación, sino para acoger, justamente en esa nuestra mortalidad, la impensable proximidad de Dios».
El Papa recibe la ceniza en la ceremonia de ayer |
Reflexionando sobre las cenizas, el Santo Padre recordó la frágil naturaleza humana corrompida por el pecado de los primeros padres. «La señal de la ceniza -observó- nos reconduce al gran cuadro de la creación, donde se dice que el ser humano es una singular unidad de materia y de soplo divino, mediante la imagen del polvo de la tierra plasmada por Dios y animada por su soplo insuflado en (…) la nueva criatura». El polvo que después del pecado original y de la maldición se vuelve símbolo del dolor y de la muerte para el hombre. Sin embargo «el hombre y la mujer no son maldecidos directamente como lo es, al contrario, la serpiente, pero, por causa del pecado de Adán, es maldecida la tierra, de la cual él había sido extraído», resaltó el Papa.
Pero esa «maldición», observó el Papa citando al Crisóstomo, tiene también «una función medicinal para el hombre» para «mantenerse en sus límites y reconocer la propia naturaleza». Expresa también la intención de Dios que «es siempre benéfica, es más profunda en su propia maldición». La maldición, continuó el Papa, «se debe al pecado y no a Dios, entretanto Dios no puede dejar de infligirla, porque respeta la libertad del hombre y sus consecuencias, incluso negativas». Por tanto, «dentro de la punición, y también dentro de la maldición del suelo, permanece una intención buena que viene de Dios», de su bendición y gracias.
El Miércoles de Cenizas en Roma inicia con la procesión penitencial de la Iglesia de San Anselmo en el Aventino en dirección a la Basílica de Santa Sabina. Ayer, por primera vez Benedicto XVI hizo el recorrido no a pie, sino sobre un tablado montado sobre un pequeño auto de golf. En el pequeño transcurso estuvieron presentes numerosos fieles. Aquellos que no pudieron entrar lograron seguir la celebración en vivo en una pantalla montada cerca de la basílica.
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