Santiago (Miércoles, 29-02-2012, Gaudium Press) «El camino cuaresmal es una pedagogía para que cada cristiano y la Iglesia entera internalice el significado y la experiencia de vivir como hijos de Dios, como miembros de Cristo, resucitados a la vida nueva a través del bautismo». Con estas palabras el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati dirigió su homilía a todos los fieles asistentes al primer domingo del tiempo de Cuaresma en la Catedral Metropolitana.
Esta gracia de vivir como hijos de Dios, manifestó el obispo, nos entrega la fuerza para que como Jesús, nosotros podamos también vencer el pecado día a día. «Jesús, en su realidad de Hijo de Dios experimenta también la fuerza del mal y del pecado. Los evangelistas sinópticos recuerdan cómo Jesús ha vencido al demonio en su propia vida. Lo ha vencido justamente fijando su mirada en Dios, en el poder de Dios, en el mensaje de su Padre».
Monseñor Ezzati |
Y agregó: «A cada tentación Jesús le responde al maligno: `Está escrito´, `No de sólo pan vive el hombre´, `No tentarás al Señor tu Dios´, como para invitarnos también a nosotros a encontrar la fuente para vencer el pecado y vivir de verdad como hombres nuevos, como mujeres nuevas, que viven la libertad de los Hijos de Dios».
Comentando las lecturas, monseñor Ezzati destacó que «Jesús en el evangelio de hoy nos indica en qué consiste este camino de conversión a la voluntad del Padre. Cómo cada cristiano, cómo la Iglesia entera está llamada a realizar este camino de conversión al Señor, a su Palabra. Una vez que Jesús terminó de vivir la experiencia del desierto y la tentación, proclama la misión que el Padre le ha confiado. `El Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio´. Esta es la invitación que me hace a mí y a cada uno de ustedes el Señor en este domingo».
Tres elementos del camino cuaresmal
Centrando su mensaje en esta invitación de Dios, el pastor de Santiago precisó que los cristianos «no estamos sometidos a esa atmosfera pesada y contaminada del pecado. El pecado ha sido vencido, ha sido vencido radicalmente por Jesucristo. No estamos viviendo en este tiempo, el tiempo de la cólera de Dios dice San Pablo, sino que estamos viviendo la atmósfera de la benevolencia de Dios. Esa es la realidad del cristiano y de la Iglesia».
Así, desde la muerte y resurrección de Jesús y desde nuestro bautismo, «nuestra vida mortal está injertada en la vida divina de Jesucristo. Esta es la realidad, a pesar de nuestros pecados y de nuestras deficiencias nuestra vida está injertada en la vida de Cristo Jesús».
Sin embargo -continuó el prelado- pese a que participamos de la vida de Jesucristo, no por ello dejamos de ser pecadores y es aquí donde surge una segunda dimensión del tiempo cuaresmal que es el llamado y la necesidad de conversión.
«Cuánta maldad existe todavía en el mundo, cuánta injusticia hay en nuestro corazón y en nuestras acciones. Necesitamos convertirnos. Y en qué cosa consiste la conversión, esta palabra tan evangélica que encontramos en la Sagrada Escritura. Conversión significa darse vuelta, es decir vaciarse, vaciar de qué cosa nuestra vida: vaciarla de nuestra autosuficiencia, no nos salvamos solos, vaciarla de nuestro egoísmo, vaciarla de nuestras impurezas, vaciarla de nuestras mentiras, vaciarla de nuestro odio y de nuestro rencor», expresó.
En este mismo sentido, monseñor Ezzati enfatizó que «no nos vaciamos simplemente por el gusto de vaciarnos. La vida cristiana no es un ejercicio ascético que busca la perfección; la vida cristiana se vacía del pecado porque quiere llenarse de Dios y del Evangelio».
Finalmente y como tercer elemento del camino cuaresmal surge la pregunta de cómo el fiel cristiano puede llenarse de Dios y del Evangelio. Para el obispo, el católico debe hacerse oyente de la Palabra de Dios «y no sólo con los oídos, sino sobre todo con el corazón, para que así los criterios de nuestra vida, las opciones de nuestra vida broten del Mensaje del Señor».
«Queridos hermanos nuestra vida de bautizados es una vida donde no está ausente el tentador y el demonio, es un vida sin embargo en la cual Jesucristo nos ofrece el camino para vivir auténticamente convirtiendo nuestro corazón a Él, convirtiendo nuestra vida al corazón del Señor. Entonces vivamos esta cuaresma con esta actitud», dijo al culminar su mensaje.
Solidaridad para con los hermanos
Al termino de la Santa Misa, monseñor Ezzati sostuvo un breve diálogo con diversos medios de prensa, instancia en que se pronunció respecto del segundo aniversario del terremoto que afectó a Chile el 27 de febrero del año 2010 y sobre el proceso de reconstrucción.
«Hay dos cosas que a mi me parecen fundamentales en este momento, primero dar gracias a Dios porque en estos dos años la voluntad de mucha gente ha sido una voluntad de solidaridad, una voluntad de servicio a los más pequeños, a los más últimos y también un esfuerzo para superar las limitaciones propias de un desastre tan grande», dijo ante la pregunta de los periodistas.
Y agregó: «En segundo lugar invitar a todos a que este camino de solidaridad no quede en el pasado, sino que sea un camino que hoy hacemos efectivo desde la responsabilidad de cada uno y desde la posibilidad de cada uno. La solidaridad es una cultura, es una cultura que nos hace percibir que la vida humana se realiza en la medida en que nos donamos en que hacemos de nuestra propia existencia un don para los demás».
En relación con lo anterior, el prelado señaló que la solidaridad debe vivirse «no solamente a nivel personal sino que también a nivel institucional y por consiguiente todas las instituciones, privadas y públicas están llamadas también en este momento a hacer del don de la solidaridad, del preocuparse del último, del mirar la situación del último del que más necesita, mover el corazón y también la voluntad para preocuparse de los hermanos».
Gaudium Press / Igor Roco
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