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Roma (Martes, 06-03-2012, Gaudium Press) La constante actualidad de Jesucristo se revela en la Eucaristía y en ella la Iglesia se hace contemporánea de todo hombre en todas las épocas. Este es el núcleo del mensaje que Su Santidad Benedicto XVI envió a los asistentes al Congreso «Jesús, nuestro contemporáneo», que se celebró en Roma recientemente. El texto, dirigido al Cardenal Angelo Bagnasco, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana fue leído en la apertura del congreso, al cual asistieron cardenales y obispos.
El Santo Padre llamó la atención sobre el atractivo que la persona de Cristo ejerce sobre hombres y mujeres de todas las épocas: «El nombre y el mensaje de Jesús de Nazareth, aun en tiempos tan distraídos y confusos, suscitan frecuentemente interés y ejercen un fuerte atractivo, incluso en quienes no llegan a adherirse a su palabra de salvación». Al reflexionar sobre el significado de esta actualidad constante, Su Santidad citó las palabras de Romano Guardini: «Su vida terrena entró en la eternidad y así está vinculada a toda hora del tiempo terreno redimido por su sacrificio. (…) En todo cristiano se hace de nuevo realidad la vida de Cristo, su crecimiento, su madurez, su pasión, muerte y resurrección, que constituye su verdadera vida».
Benedicto XVI continuó esta enseñanza dirigiendo su atención a la actualidad de la Iglesia y descubriendo su origen profundo en la persona de Jesús. Él «entró para siempre en la historia humana y sigue viviendo, con su belleza y potencia, en aquel cuerpo frágil y siempre necesitado de purificación, pero también infinitamente colmado de amor divino, que es la Iglesia. A Él se dirige en la liturgia para alabarlo y recibir la vida auténtica».
El Santo Padre se refirió finalmente a la presencia sacramental de Cristo en todas partes del mundo y en toda época: «La contemporaneidad de Jesús se revela de modo especial en la Eucaristía, en la que él está presente con su pasión, muerte y resurrección. Este es el motivo que hace a la Iglesia contemporánea de todo hombre, capaz de abrazar a todos los hombres y todas las épocas, porque la guía el Espíritu Santo con el fin de continuar la obra de Jesús en la historia.»
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