"La iglesia quiere destacar en esta cuaresma el triple ejercicio de la vida cristiana: la oración, el ayuno y la limosna", afirma arzobispo de Porto Alegre, Brasil

Porto Alegre (Jueves, 08-03-2012, Gaudium Press) La Iglesia católica invita a todos los fieles a vivir con piedad, rectitud de espíritu y entrega total ese tiempo de preparación de la Cuaresma, y en sintonía con ese tiempo litúrgico, Mons. Dadeus Grings, arzobispo metropolitano de Puerto Alegre, Brasil, escribió recientemente el artículo «El tríplice ejercicio cuaresmal», donde él presenta los tres ejercicios que la Iglesia utiliza en este período para moldear al ser humano en su totalidad: espíritu, cuerpo y convivencia.

A lo largo de los 40 días de la Cuaresma, que según el prelado, representan los 40 años de travesía del desierto, cuando el Pueblo de Dios fue formado por la Palabra y por el pan venido del cielo, la Iglesia busca preparar a sus fieles para la celebración de la Pascua con tres ejercicios. Para fortalecer el espíritu, durante la cuaresma, explica Mons. Dadeus, la Iglesia insiste en la oración, que envuelve los actos de piedad y devoción, elevando el pensamiento, la voluntad y los sentimientos hacia Dios, origen y meta de nuestra caminata terrestre. «Aprendemos a amarlo por encima y en todas las cosas. En él encontramos la razón de nuestro ser.»

Mons. Dadeus Grings

El arzobispo recuerda que la cruz simboliza muy bien esta dimensión: por la barra vertical apunta hacia el cielo, certificando la transcendencia de la vida humana sobre las dimensiones de la tierra. «Buscamos en la Biblia y en la Naturaleza la inspiración para la oración y para nuestros actos de piedad. En ellas leemos los pensamientos y los proyectos de Dios. Por ellas nos colocamos a la escucha de su Palabra, respondiéndole con nuestra oración», completa.

El segundo ejercicio cuaresmal, de acuerdo con Mons. Dadeus, dice respecto al cuerpo, tal vez hoy más necesario que nunca: que es el ayuno. Según él, con la vida sedentaria y con la generalización de la obesidad, consecuencia de una alimentación descontrolada y muchas veces mórbida, con los vicios del alcohol y las drogas, que esclavizan al ser humano, el apelo para el ayuno se torna vehemente para la promoción de la salud y el control de las tendencias que llevan a los excesos.

«Percibimos, más que nunca, la necesidad de controlar los instintos del placer. Ayunar significa afirmar la supremacía del espíritu sobre el cuerpo, de modo a proporcionarle salud por la plena armonía de todas las dimensiones humanas: física, biológica, social, religiosa. Así como la paz promana de la armonía de todas las fuerzas sociales, la salud resulta del perfecto funcionamiento y sincronía de todas las dimensiones de la vida humana», resalta.

Para el prelado, el tercer ejercicio cuaresmal ya nos sitúa en la sociedad, pues ningún hombre es una isla, nadie vive para sí. «Vivir es, pues, convivir. La limosna simboliza la caridad fraterna y la solidaridad. No se reduce a valores materiales. Por encima de todo envuelve acogida: dar tiempo a las personas, cariño, profundizar relaciones de amistad», dice él, que también afirma que la riqueza de una persona se mide por las relaciones sociales que consiguió establecer durante su vida.

«El mandamiento del amor a Dios se extiende al prójimo. Constituye la barra horizontal de nuestro símbolo religioso: la Cruz. Sin amor al prójimo no hay cristianismo, así como no se puede calificar de cristiano a quien no ama a Dios».

Por último, Mons. Dadeus afirma que la Iglesia quiere, en esta cuaresma, que tiene como marca de la Campaña de la Fraternidad, la salud pública, destacar este tríplice ejercicio de la vida cristiana: «la oración, el ayuno y la limosna, vistos en la perspectiva de la relación con Dios, consigo mismo y con los otros, respectivamente, en el espíritu de fe, de cuidado con la salud y de convivencia fraterna», concluye.