domingo, 24 de noviembre de 2024
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El testimonio de Asia Bibi, católica condenada a muerte en Pakistán, fue publicado en España

Madrid (Martes, 13-02-2012, Gaudium Press) Asia Bibi, humilde campesina pakistaní quien fue acusada de blasfemia injustamente y por este motivo condenada a muerte, narró su testimonio desde la cárcel y pidió ayuda para lograr su libertad. Su historia, recogida por la periodista francesa Anne Isabelle Tollet, fue publicada en España por la editorial Libroslibres, con cooperación de Ayuda a la Iglesia Necesitada, y presentada el pasado 06 de marzo en Madrid.

El título «¡Sacadme de aquí!» resume la angustiosa situación de los cristianos perseguidos y las muy pocas esperanzas que le quedan a Asia Bibi de obtener el indulto presidencial que salvaría su vida. Ella fue acusada de blasfemia por unas mujeres musulmanas y condenada a muerte. Actualmente, espera en prisión la incierta noticia del indulto o el cumplimiento de la sentencia.

sacadme_g.jpgDurante el lanzamiento del libro, Tollet anunció que el gobierno francés está dispuesto a conceder asilo político para Bibi y su familia, si es liberada de prisión. Sin embargo, la periodista advirtió que Asia Bibi corre mayor peligro en las calles debido a que su sentencia de muerte podría ser ejecutada por extremistas alentados por autoridades musulmanas. De esa misma forma murieron sus dos defensores más destacados: el gobernador Salman Taseer, musulmán calificado como «traidor» por proteger a Bibi, y el ministro Shabaz Bhati, católico y defensor de las minorías religiosas.

Algunos apartes del libro, difundidos por la agencia Zenit, revelan las vivencias de esta católica perseguida. Sus palabras fueron transmitidas por su esposo, quien aprovechaba las visitas para realizar las preguntas que enviaba la periodista y memorizaba sus respuestas, ya que ni Asia Bibi ni su esposo saben leer o escribir. Así vivió Bibi la noticia de la intervención del Santo Padre a su favor, pidiendo su libertad:

«El papa Benedicto XVI ha hablado de ti en la plaza de San Pedro de Roma, en Italia».
Asia no se lo podía creer: «¿Cómo es posible? ¡No puedo creer que el santo padre haya hablado de mí!», dijo cuando lo supo.
El papa dijo exactamente: «Pienso en Asia Bibi y en su familia, y pido le sea devuelta lo antes posible su libertad». Añadió que pedía también por el conjunto de cristianos de Pakistán, a menudo víctimas de la violencia y de la discriminación.
«De vuelta a mi celda, no vuelvo en mí. El santo padre, el Papa, en persona, piensa en mí y reza por mí. Me pregunto si merezco tan alto honor y tan detenida atención. ¿Por qué yo? No soy sino una pobre campesina y en el mundo hay, sin duda, otras personas que sufren como yo y que lo necesitan aún más. Por primera vez, me duermo en mi celda con el corazón sosegado».

En la libro también recoge las memorias del momento en que Bibi se enteró de la muerte del ministro Bhati:

«Shahbaz Bhatti ha muerto. Ha sido asesinado… hace tres días». «En ese momento siento que alguien me aprieta el corazón muy fuerte, desde dentro mismo de mi cuerpo. Me quedo petrificada, las piernas me abandonan, me escondo en la almohada, me tiembla la respiración. Veo las paredes de mi prisión agrietarse y derrumbrase después sobre mí».»Tengo la impresión de vivir una pesadilla despierta desde hace ya demasiado tiempo, y el último resquicio de esperanza que hacía latir mi corazón acaba de apagarse con la muerte de Shahbaz Bhatti. El ministro se sabía amenazado, los periódicos decían que se arriesgaba a morir, como el gobernador (…) estoy fulminada, destrozada por la injusticia de la muerte del ministro (…) ha muerto mártir».

Sobre los cristianos que enfrentan las leyes sobre blasfemias y que viven en peligro constante, Bibi reflexiona sin obtener respuestas:

«¿Qué pueden –qué deben- responder los cristianos si un musulmán les pregunta si creen en Alá y en Mahoma, su profeta? Yo he sido educada en la fe de Cristo, de la Virgen María, y de la Santísima Trinidad. Yo respeto el islam y la fe de los musulmanes pero ¿qué puedo responder ante tal cuestión? Si digo que no creo en Alá sino en Dios y en Jesucristo, soy considerada blasfema. Si digo que creo, soy considerada una traidora, como san Pedro que negó a Jesús por tres veces. Cuestiones como estas no me las preguntaba antes…».

Los extractos reproducidos también dan fe del compromiso de Asia Bibi por continuar fiel a su fe y enfrentar la injusticia:

«Mientras me quede un solo reflejo para respirar –dice con coraje–, voy a seguir luchando para que Salman Taseer y Shahbaz Bhatti no hayan dado su vida por nada. Quiero que el Gobierno sepa que aunque me encierre en una tumba, continuaré haciendo oir mi voz mientras mi corazón lata».

Finalmente, esta humilde mujer hace un llamado de auxilio desde su prisión, para que no sea ejecutada la sentencia de muerte de la cual se pudo haber librado de haber negado su fe:

«Han leído mi historia (…) ahora que ustedes me conocen, cuenten lo que me ha pasado a cuantos les rodean. Háganselo saber. Creo que es la única oportunidad que tengo de no morir en el fondo de este calabozo. ¡Les necesito! Sávenme!».

Con información de Zenit

 

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