Damasco (Martes, 20-03-2012, Gaudium Press) Mons. Samir Nassar, Arzobispo Maronita de Damasco, Siria, hizo un relato sobre la situación que enfrentan los cristianos en el país, un año después del inicio de la revolución y la violencia. Mons. Nassar recuerda que «aquello que había comenzado como una pequeña manifestación en el sur de Siria el 15 de marzo de 2011, se transformó en una crisis que está abalando cada ciudad del país».
El prelado recordó también que, «delante de una crisis que en un año, aumentó a nivel local y llegó a proporciones regionales, Siria se tornó un área de conflicto internacional, cuyas motivaciones políticas, militares y económicas están plasmando el futuro del país».
Mons. Samir Nassar afirma que la situación de los cristianos en Siria está cada vez más delicada |
Él observó además que el sufrimiento de los católicos sirios es grande y que, la única cosa que puede hacerse, es asistir, impotentes, a este drama. «Felizmente, el Santo Padre Benedicto XVI llena el vacío, pidiendo paz, justicia, diálogo y reconciliación».
Mons. Nassar afirma que «el conflicto está en un agujero sin salida». Señala que las personas «están sometidas a presiones enormes y a un intenso sufrimiento, que aumenta con el pasar del tiempo. Odio, divisiones y miseria aumentan, en medio a la ausencia de actos de compasión y de ayudas humanitarias. Siria parece estar delante de un impase mortal».
Sobre la condición de los cristianos, el Arzobispo afirma: «La actual situación de paralización está alimentando la angustia de los fieles que al final de las Misas se saludan con un adiós, pues se sienten inciertos en relación con su futuro. El cierre de las embajadas en Damasco imposibilitó la obtención de las visas, lo que limita significativamente la posibilidad de dejar el país».
Mons. Nassar explica que «en este momento de gran tormento y división la familia se convierte en el único refugio para las víctimas de la crisis. La familia actúa como un escudo que garantiza la sobrevivencia de la sociedad y la Iglesia. Por este motivo, delante de la tragedia, la Iglesia decidió focalizar su atención y sus oraciones en las familias, proporcionándoles toda la ayuda y apoyo posibles».
Por otro lado, el Arzobispo Maronita de Damasco afirma que «la crisis parece no tener fin. Al contrario, la tempestad está cada vez más fuerte y no vemos una luz».
Él dice también que la gran pregunta que ronda a los sirios es: «¿a dónde irá y qué será de Siria?». Con esta preocupación, concluye el Arzobispo, los cristianos viven la Cuaresma «en silencio, con las manos vacías, el corazón pesado y los ojos dirigidos a Cristo Resucitado, que orienta nuestros pasos al camino del perdón y de la paz».
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