La Habana (Miércoles, 28-03-2012, Gaudium Press) Con el Papa ya en La Habana, preparándose para la celebración eucarística multitudinaria de hoy, aún siguen resonando las profundas reflexiones que hizo en la homilía de la gran eucaristía del pasado 26, día de la anunciación de la Virgen, en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba.
«Es alentador ver como Dios no sólo respeta la libertad humana, sino parece tener necesidad de ella», afirmó el Pontífice. La visita a Cuba «se inserta en el contexto del Año Jubilar Mariano proclamado para honrar a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, en los cuatrocientos años del descubrimiento y presencia de su venerada imagen en estas tierras bendecidas».
El Papa, al explicar el significado de la fiesta, afirmó que «Dios vino realmente al mundo, entró en nuestra historia, habitó en medio de nosotros, realizando así la profunda aspiración del ser humano de que el mundo sea realmente una casa para el hombre. Al contrario, cuando Dios es puesto de lado, el mundo se transforma en un lugar inhóspito para el hombre, frustrando al mismo tiempo la verdadera vocación de la creación que es ser el espacio para la alianza, para el «sí» del amor entre Dios y la humanidad que le responde».
Ejemplo y modelo del «sí» se encuentra en la obediencia de Cristo y de María a la voluntad de Dios. «Es esta obediencia a Dios que abre las puertas del mundo a la verdad, a la salvación». En la Virgen María la Iglesia también encuentra un modelo de cómo «acoger en sí el Misterio de Dios» para realizar la propia misión de «prolongar sobre la tierra la presencia salvífica de Dios, de abrir el mundo para algo mayor que él mismo, o sea, para el amor y la luz de Dios».
«Os aliento – continuó el Santo Padre – en vuestra tarea de sembrar en el mundo la palabra de Dios y ofrecer a todos el verdadero alimento que es el cuerpo de Cristo».
Al final de la homilía el Papa reafirmó el valor fundamental de la familia, que en la sociedad cubana también enfrenta una crisis. «El misterio de la Encarnación – observó – en el cual Dios se aproxima a nosotros, nos muestra también la dignidad incomparable de cada vida humana. Por eso, en su proyecto de amor, desde la creación, Dios confió a la familia fundada en el matrimonio la sublime misión de ser célula fundamental de la sociedad y verdadera Iglesia doméstica».
Benedicto XVI animó a los esposos a ser «señal real y visible del amor de Cristo por la Iglesia. Cuba precisa del testimonio de vuestra fidelidad, de vuestra unidad, de vuestra capacidad de acoger la vida humana, especialmente la más indefensa y necesitada», concluyó el Pontífice pidiendo a los cubanos un «nuevo vigor a vuestra fe».
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