jueves, 28 de marzo de 2024
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La vida de Santa Clara de Asís motiva a los jóvenes a descubrir la verdadera alegría: Benedicto XVI

Ciudad del Vaticano (Martes, 03-04-2012, Gaudium Press) El Santo Padre Benedicto XVI envió una carta el pasado 01 de abril a Mons. Domenico Sorrentino, obispo de Asís, con motivo del Jubileo que conmemora los 800 años de la consagración de Santa Clara. Su Santidad escogió la fecha por una antigua tradición clarisa que identifica el Domingo de Ramos como la fecha de la consagración de la santa. La vida de Santa Clara fue destacada por el Santo Padre como un mensaje que atrae «también a nuestra generación y tiene un encanto especial para los jóvenes».

St.Clare_&_Lily_Assisi_400.jpgPara el Papa, la consagración de Clara completó «de una forma femenina» la gracia de la conversión de San Francisco de Asís, ocurrida unos seis años antes. El «pobrecillo» de Asís había predicho el nacimiento y desarrollo de una orden femenina, incluso antes de la suya propia y cultivó la vocación de la joven. En ella se escondía «el germen de una nueva fraternidad, la Orden Clarisa, que, convertida en árbol robusto, en el silencio fecundo de los claustros continúa esparciendo la buena semilla del Evangelio y el servicio a la causa del Reino de Dios», expresó el Santo Padre.

La guía de San Francisco la llevó a conocer, siendo una hermosa joven, «una belleza superior, que no se mide por el espejo de la vanidad, sino que se desarrolla en una vida de amor genuino, en las huellas de Cristo crucificado», explicó Su Santidad. «¡Dios es la verdadera belleza!», fue el centro de su descubrimiento, que cambiaría el proyecto de vida de la santa: «El corazón de Clara se iluminó con este esplendor, y esto le dio el coraje para cortar su cabello y comenzar una vida de penitencia», anotó.

Benedicto XVI destacó la profunda significación de la fecha elegida por la Santa para su entrega a Dios. Su huida del mundo y de las comodidades de su hogar tiene lugar el Domingo de Ramos y la obliga a participar de la muerte y la resurrección de Cristo. «Clara, con su elección, revive el misterio», comentó el Santo Padre. «En el Domingo de Ramos recibe, por así decirlo, el programa. A continuación, entra en el drama de la Pasión renunciando a su cabello y, con esto, renunciando a sí misma para ser la esposa de Cristo en la humildad y la pobreza».

La consagración de Santa Clara es, en palabras de Su Santidad, «una conversión al amor» de quien ya no se viste de ropas finas sino de un alma adornada por la alabanza a Dios y la profunda unión Eucarística. «En este contexto de profunda fe y de gran humanidad, Clara es segura intérprete del ideal franciscano, pidiendo el «privilegio» de la pobreza, es decir, la renuncia a la propiedad de los bienes, incluso de forma comunitaria, que dejó perplejo al mismo Sumo Pontífice, quien finalmente se rindió al heroísmo de la santidad».

«¿Cómo no proponer Clara, como Francisco, a la atención de los jóvenes de hoy?», exhortó el Santo Padre, quien señaló que el paso de los siglos no le ha restado atractivo al mensaje. «En cambio, puede verse su actualidad al confrontarlo con las ilusiones y desilusiones que a menudo marcan la condición de los jóvenes de hoy». Para el Papa, la juventud necesita descubrir esta vocación en un entorno permisivo, donde las ansias de felicidad se encaminan erradamente a «paraísos artificiales, como las drogas y la sensualidad desenfrenada».

«La historia de Clara, junto con la de Francisco», concluyó Su Santidad, «es una invitación a reflexionar sobre el significado de la existencia y buscar en Dios el secreto de la verdadera alegría. Es una evidencia concreta de que cualquiera que haga la voluntad del Señor y confíe en Él no sólo no pierde nada, sino que encuentra el verdadero tesoro que es capaz de dar sentido a todo».

 

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