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Director del "L’Osservatore Romano" concede entrevista a Gaudium Press

Roma (Jueves, 26-04-2012, Gaudium Press) Desde el 1° de julio del 2011 «L’Osservatore Romano» conmemora su 150° aniversario. El especial jubileo hace referencia a la historia particular del diario, hace pensar en el futuro y coincide con los particulares aniversarios del actual Pontífice: 60° aniversario de sacerdocio de Benedicto XVI, 85° aniversario y siete años de pontificado, celebrados recientemente.

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El Prof. Giovanni Maria Vian

El diario del Papa, que hoy es llamado de diario vaticano -realmente es la única publicación periódica de la Santa Sede- y que goza de independencia de pensamiento, nació en el contexto de la pérdida de poder temporal del Pontífice, cuando el actual Estado de la Ciudad del Vaticano todavía no existía, con la intención de ser una voz libre e independiente. Esa es una característica particular que tal vez haya permitido a «L’Osservatore Romano» permanecer tanto tiempo llevando al mundo una voz importante en los momentos difíciles de la historia contemporánea de la humanidad, como el del nazismo en Alemania y del fascismo en Italia, de la Segunda Guerra Mundial o del comunismo. Las relaciones entre los Estados y la Santa Sede cambian, pero la misión propia del diario permanece y continúa.

Desde el inicio los directores del diario fueron laicos y esa característica permanece hasta hoy. «L’Osservatore Romano» es publicado en varias lenguas en los días de hoy, entre las cuales obviamente el portugués y el español, y en varias ediciones: cotidiana, semanal y mensual. El trabajo es realizado en un pequeño edificio en el Vaticano. Antes la redacción cambió de sede trece veces.

La sede fue visitada por muchos Papas. El primero fue Pío XI en 1933 que hizo iniciar la rotativa. Entre los editorialistas más destacados estuvo Giovanni Battista Montini, futuro Papa Pablo VI. El pasado día 5 de julio el Papa Benedicto XVI visitó la sede, conversando personalmente con todos los funcionarios de la redacción.

Cómo es hecho hoy el trabajo en el diario, cuáles son sus desafíos, los proyectos y la vida del director, habló a nuestra corresponsal en el Vaticano, Anna Artymiak, el director de «L’Osservatore Romano», el Prof. Giovanni Maria Vian:

Gaudium Press – Profesor Vian, usted es romano, ¿cuáles son sus primeros recuerdos sobre el diario? ¿Usted lo leía cuando era niño?

Prof. Giovanni Maria Vian – Sí, porque llegaba a mi casa. Mi padre estaba suscrito, hasta porque colaboraba con el diario, así como colaboraba mi abuelo, el padre de mi padre. El hermano de mi padre también colaboró con el diario. Entonces el diario era muy conocido en mi familia. Mi recuerdo es que a la tarde llegaba el periódico, cuando era pequeño. El correo llegaba tres veces a mi casa, en Roma por lo menos. Llegaba de mañana con los diarios, recuerdo entre 9:00 y 10:00 horas. Después, alrededor de las 11:00 llegaba la correspondencia. Por la tarde, aproximadamente a las 5:00 llegaba la tercera distribución del correo, y con ella el «L’Osservatore Romano» que había acabado de salir. Recuerdo que era doblado en ocho partes, mientras que ahora normalmente se pliega en cuatro. Comencé la colaboración bajo la dirección de Manzini en 1977. Colaboré durante toda la dirección de Valpini, un escritor que renovó con muy buen gusto el diario. Después colaboré durante los primeros años de la dirección de Agnes, mi predecesor hasta 2007. Entonces, después de 20 años fui nombrado por el Papa como director. Es un diario, por tanto, del cual siempre tuve memoria.

GP – ¿Su elección del periodismo fue realizada de acuerdo con la tradición familiar? ¿Fue por la tradición familiar que usted decidió convertirse en un periodista?

A mí siempre me gustaron los periódicos. Tuve una cierta pasión que después se desarrolló mucho en los últimos años de la enseñanza media. Colaboraba con los diarios estudiantiles. Cuando me matriculé en la universidad, inicié realmente. Tuve una formación complejamente histórica, específicamente filológica. En el tercer año de universidad comencé a colaborar con «Avvenire» que fue mi diario por 34 años hasta tornarme director de «L’Osservatore». Escribí hasta el último día en el «Avvenire». Es un periódico del cual me encariñé mucho, donde empecé a escribir incluso antes de mi graduación. Hasta cuando ya era graduado y todavía no había decidido qué camino tomar, entré a la redacción para sustituir a colegas durante el verano. Me gustaba mucho eso. Los diarios eran diferentes de los de hoy. Naturalmente no había computadoras. Recibí la propuesta de entrar al «Avvenire». Mi padre no se entusiasmó mucho con el hecho de que yo escribiese para los periódicos, porque él creía que yo podría hacer mucho más que eso, si podemos usar la imagen evangélica, usar mejor mi talento en la universidad en vez de usarlo en el periodismo. Sin embargo, yo siempre intenté dejar abiertos los dos caminos, todo se recompuso con este nombramiento del Papa hace cuatro años.

La emoción

Ciertamente quedé muy emocionado. Evidentemente, es posible imaginar que es un papel de enorme responsabilidad. Responsabilidad en la cual no pienso mucho, porque si pensase demasiado en la responsabilidad, ciertamente me sentiría un poco presionado. Al contrario, soy todos los días ayudado por todos los colegas que están aquí en el diario. Intentamos hacer lo mejor que podemos. Al inicio fue un poco duro porque el trabajo siempre fue muy absorbente. Y ahora, después de cuatro años, nos habituamos un poco. Cierto, tuve que sacrificar completamente los estudios. Hoy tengo una clase de vez en cuando. Hice pequeños ciclos de clases para una joven congregación de religiosas que me pidieron que lo hiciera y quedé muy contento. Después, orienté algunas tesis de graduación que había comenzado. Pero, solo eso. Soy especialista en cristianismo antiguo. Sobre este asunto no conseguí hacer prácticamente nada más, pero espero que el diario siga cada vez mejor, entonces podré dedicarme también un poquito a mis estudios. Porque aún tengo algunas ideas, diría algunos proyectos.

GP – ¿Qué aprendió usted con el periodismo?

Muchísimo. Aprendí principalmente una comunicación simple y eficaz. Los periodistas tienen un papel muy importante, todos, desde los periodistas de la agencia, que deben proporcionar las noticias, hasta ellos, los colegas que hacen los comentarios. El periodismo me dio mucho, pero también, debo decir, la enseñanza. Porque también enseñar a los jóvenes impone naturalmente estudiar, raciocinar, principalmente exponer de modo atrayente aquello que una vez era estudiado ahora infelizmente no se estudia más – la retórica. Es preciso aprender también de los nuevos medios de comunicación, cómo comunicar. Ahora parecen muy importantes, están cada vez más en uso, principalmente entre los jóvenes, estas redes sociales, los social networks, estos modos de comunicación rápida, Twitter, o Facebook. Pienso que se debe aprender. Intentar esforzarse para ser claros, para ser interesantes, atrayentes. Este es un desafío de todos los días. Intentamos hacer con el diario. Intentamos hacer títulos. Esto se ve principalmente en la comunicación inmediata. Los títulos, las imágenes. Es un desafío continuo.

GP – ntonces, ¿el futuro del diario será entrar más a la red?

Creo que sí. Ya publicamos varios artículos muy interesantes en la red en diversas lenguas, por ejemplo el de 1998 del Cardenal Joseph Ratzinger sobre la cuestión de divorciados que se casaron de nuevo o sobre la adhesión del Concilio Vaticano II. No esperamos que salieran en las varias ediciones, sino que publicamos inmediatamente. Los resultados están ahí. Otras veces utilizamos el site para publicar integralmente aquello que no conseguimos colocar en el diario. Una parte publicamos en el diario y el texto íntegro es accesible en el site.

GP – Sobre la calidad del periodismo de hoy…

Infelizmente, lo dije tantas veces, me parece que los diarios de 30 años atrás fuesen mejores, tuviesen una mejor calidad, también formal. Hay un declive, hay un declive cultural. Después, inevitablemente porque la cultura se amplió mucho. Y esto es un bien. Ahora, aquellos que tienen acceso a la cultura son mucho más que aquellos que la practicaban hace un siglo, por ejemplo. Sin embargo no se puede bajar mucho el nivel. Un poco inevitable, entretanto precisaría buscar un poco mantener un nivel aceptable. Esto principalmente en Italia, la calidad de los periódicos no es controlada infelizmente. Los motivos son tantos.

GP – ¿Cómo se desarrolla su día a día?

Inicia muy temprano. Yo me despierto temprano, intento tener un poco de espacio para mí. Intento también escuchar noticias en la radio. Soy un gran oyente de radio. Mucho más que de la televisión. Porque la radio permite hacer otras cosas al mismo tiempo. Después vengo al diario. Nosotros en el diario tenemos la primera reunión a las 8:45 horas, la reunión fundamental donde decidimos cómo serán las páginas del diario. Generalmente a partir de aquel momento la mañana es muy intensa. Intento evitar otros compromisos de mañana, pero muchas veces es imposible. Después, puede haber otros encuentros. Digamos que la creatividad se vuelve muy frenética después del mediodía cuando comenzamos a cerrar el diario. Ahora tenemos un nuevo sistema editorial que permite un cierre del diario más rápido desde cualquier punto de trabajo de «L’Osservatore Romano», que permite a cualquier redactor seguir la evolución del diario. Un sistema nuevo que funciona muy bien y que interesó mucho al Papa cuando vino a visitarnos. Fue una bella visita.

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El Papa lee «L’Osservatore Romano»

Si consigo hago un receso para comer. Después, por la tarde, una vez que el diario fue cerrado durante la mañana, pueden ser necesarias reuniones suplementarias, y después, naturalmente hay reuniones y encuentros continuos con los periodistas, yo dejo habitualmente la puerta abierta. Entonces, cualquiera puede entrar si hay problemas. Esta es una rutina de todos los días. Por la tarde intento trabajar, si no tengo compromisos externos, en el diario, que sucede por dos tercios, cuatro días a cada seis, me quedo en el diario hasta la noche. Después, con frecuencia, uso también la hora del almuerzo o la noche para encuentros de trabajo. Qué decir, son cansadores, sin embargo pueden volverse agradables y útiles. A veces vuelvo al diario después. Generalmente el día se prolonga hasta más o menos medianoche. A veces hasta después de esa hora. Es un día dedicado totalmente al diario.

Después ocurre que tengo que viajar para algún congreso, algún compromiso institucional. Después, menos mal que hay vacaciones que sin embargo son muy temperadas por el hecho de que ahora con los celulares, todos los días hablo con el vicedirector, con otros colegas. Es una vida muy normal para un director de diario. También porque es preciso recordar que «L’Osservatore Romano» no es solo un diario que sale todas las tardes, sino también comprende ediciones periódicas. Son seis ediciones semanales y una mensual. Una de esas seis ediciones, en inglés, viene también en lengua de malayalam, entonces en realidad las ediciones periódicas son ocho.

GP – ¿La redacción se localiza en el Vaticano o también en otros lugares, principalmente la impresión?

Sí, el diario es realizado solamente en el Vaticano. Aquí están todas las redacciones además de la redacción en malayalam que en vez de ser una verdadera edición, es una versión de la edición en inglés que es preparada aquí en el Vaticano. Después el diario es impreso en el Vaticano, pero también en otros lugares.

En realidad hay una edición en alemán que es preparada toda aquí, pero es impresa en Alemania. Después vuelve para nosotros aquí. Las otras, por ejemplo la edición en lengua italiana, es impresa también en Bergamo y en Milán, porque es distribuida junto al «Eco di Bergamo» que es un diario católico, de la diócesis de Bergamo. Después es impreso en Milán porque es distribuida en la suscripción del semanario «Tempi» que es del grupo de «Comunión y Liberación». La edición en francés es impresa solamente aquí. La inglesa, por ejemplo, es impresa en los Estados Unidos y en la India, la portuguesa también en Portugal y Brasil. Principalmente la edición en español que era la más importante se imprime en Argentina, Perú, México y principalmente en España con «La Razón». Es una presencia importante porque de esta manera se difunde en el mundo como siempre fue, aunque las copias no sean numerosísimas. Entretanto, todo junto son 400 mil copias. Entonces no es poco. Y después, ahora el site que yo encontré fue muy desarrollado y, a partir del día 19 de abril de este año, fue completamente renovado. Es muy bonito gráficamente así como el diario. Y no es solo en italiano, sino también en español e inglés.

GP – ¿Cuáles son los desafíos de «L’Osservatore Romano» de hoy?

El desafío principal es la difusión. El diario, infelizmente es muy famoso, pero poco conocido. [El término] «L’Osservatore Romano» generalmente dice alguna cosa a tantas personas, que tal vez nunca hayan visto este diario, que [pueden creer] que sea un diario escrito en latín, un diario de la Curia. No es exactamente así, cierto, es el único diario vaticano. Un diario de respeto en parte oficial. Hay una sección cotidiana, «Nuestra información» casi cotidiana, hay días en que no es publicada, donde son listados los nombramientos, audiencias del Papa, de carácter oficial. Como tienen un carácter oficial los documentos, cuando se indica que entran en vigor a partir de aquel momento. Es un diario de hecho de expresión de la Santa Sede, eso sí.

GP – ¿Los futuros proyectos? ¿Cambios en el formato de la revista o entrar más a la red con más ediciones lingüísticas, incluso las cotidianas?

Sí, lo ideal sería tener ediciones por lo menos en inglés y español más ricas. El problema es que faltan fuerzas, recursos. Tenemos confianza que esto en el futuro pueda ser desarrollado. En lo que se refiere al formato, el problema son los costos, porque reducir el formato implicaría en cambiar la rotativa, la máquina que imprime el diario. Esto costaría demasiado. Pero debo decir que este formato enorme del diario no me desagrada. En realidad es muy simple, encontrar en seguida las noticias. Sorprendemos un poco a los lectores al inicio cuando cambiamos las tapas, todas en dos colores. Infelizmente la rotativa no es a colores, entonces internamente no es posible. La tapa, como ve, son las informaciones más importantes, nuestras informaciones, las informaciones internacionales, pero la segunda tapa es toda de informaciones vaticanas.

GP – El diario del Papa nació en un momento particular de la historia sea del papado, sea de Italia. ¿Hoy cuál es su carácter? ¿Cuál es su misión?

Principalmente la de difundir la enseñanza del Papa y de difundir desde el punto de vista de la Santa Sede. Esto ciertamente permanece como tarea principal. Después el Papa quiso que el diario fuese más internacional. Por esto renunciamos a la información italiana en una página o dos y la crónica de Roma que no tenía más sentido. Permanece un diario vaticano, pero es un diario más internacional. Tiene una dimensión internacional, porque la mirada de la Santa Sede, de la Iglesia, es una mirada mundial. Después damos mucha atención al Oriente, a las Iglesias cristianas, hasta incluso en lo no católico. La tercera demanda es aquella de dar mayor parte de la atención a las mujeres, que siempre estuvieron en el «L’Osservatore Romano», pero no como ahora. Hay dos colegas que entraron justamente en la edición cotidiana, en la sección cultural. Después hay muchas colaboradoras, hasta no católicas. Anna Foa, por ejemplo, que es una historiadora judía colabora habitualmente, una editorialista. Pero hay muchas rubricas femeninas.

GP – ¿Cómo son escogidas las noticias internacionales?

Nuestro servicio internacional es de buen nivel, naturalmente como un diario nos basamos en las agencias internacionales que son examinadas continuamente. Con esta base es formado el noticiario. Al hacer elecciones, intentamos no privilegiar una más que otras. Intentamos dar realmente una mirada equilibrada en el mundo. Por ejemplo, nosotros nos ocupamos del África, lo que no hacen normalmente los periódicos. Estamos ocupándonos, una novedad, mucho de economía, nuestro principal colaborador en este sector es el profesor Ettore Gotti Tedeschi que más allá de ser presidente del Instituto para las Obras de Religión, el «Ior», es principalmente un economista de valor, un intelectual católico de primerísimo orden.

GP – ¿Cómo son elegidos los colaboradores? ¿Quiénes son?

Somos casi todos laicos. Hay un jesuita que es responsable de la edición de lengua polaca y con él trabajan tres mujeres laicas. Hay un Legionario de Cristo, mexicano que es responsable de la lengua española. En la edición de lengua española, hay una religiosa, una argentina. No hay otros eclesiásticos y somos casi una centena de personas. Una de las mujeres que trabaja en el diario pertenece a las «Memores Domini» que son un grupo de consagradas de Comunión y Liberación, pero el resto es todo de laicos. Todos mis predecesores, todos los directores del «L’Osservatore Romano» fueron laicos, casados, con hijos, solteros.

GP – Se puede decir que su mayor colaborador es el Santo Padre…

¡Ciertamente!

GP – ¿Qué aprendió con Benedicto XVI?

Vea bien, aprendí es decir poco. En suma, quedo admirado e intento imitar su gentileza y su bondad. Principalmente la confianza que tiene en Dios. Se ve realmente que es un hombre para el cual lo más importante es Dios. El Papa es tranquilo porque no quiso realmente tornarse Papa. Como fue escogido por los cardenales, no buscó eso, leyó evidentemente esta señal de Dios. Y la aceptó porque lo ayudará. Entonces, ésta es la cosa más importante que aprendí. Otra cosa, el Papa es un extraordinario comunicador. Sabe comunicar, sabe hablar.

Nuestra editorialista, Lucetta Scaragia hizo un pequeño ensayo al margen de una ‘opera omnia’ dedicada a Ratzinger -Papa- con el título de «Un teólogo que habla a todos». El Papa es capaz de hablar, de hacerse entender por todos. Esta es una gran enseñanza. Esto es muy importante para el diario, para mí personalmente. El Papa intenta hacerse entender no solo por personas católicas, porque no tendría sentido. Montini decía: «Para qué sirve decir aquello que es verdad si los hombres de nuestro tiempo no entienden». Tenemos que hacernos entender, ésta es la enseñanza que el Papa todos los días está dando para toda la Iglesia.

 

 

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