Ciudad del Vaticano (Lunes, 30-04-2012, Gaudium Press) «Y cuando el peso de la cruz se haga mayor, sepan que esa es la hora más preciosa, para ustedes y para las personas a ustedes confiadas: renovando con fe y con amor vuestro ‘sí, con la ayuda de Dios lo quiero’ «, «vosotros cooperaréis con Cristo, Sumo Sacerdote y Buen Pastor, a conducir sus ovejas – tal vez aquella única que se había perdido, pero por la cual se hace una gran fiesta en el Cielo!» Con estas palabras de aliento el Papa Benedicto XVI explicó en la ordenación de los 9 candidatos al sacerdocio de la Diócesis de Roma el verdadero sentido del ministerio sacerdotal. Ayer de mañana en la Basílica vaticana el Santo Padre administró el Sacramento de la Orden a diáconos de los tres seminarios romanos. Según la vieja tradición la ordenación de los candidatos para la diócesis de Roma es celebrada en el IV Domingo de Pascua que es llamado «de Buen Pastor», que está «ligado a la convergencia entre la Palabra de Dios, el Rito litúrgico y el Tiempo pascual en el cual se inserta».
El sentido del «Buen Pastor» y la dimensión eucarística-sacrificial del ministerio sacerdotal fueron los temas explicados por el Santo Padre en la homilía. Partiendo de las lecturas del día y del trecho del Evangelio, el Papa observó que la afirmación de Jesús «El buen pastor da la propia vida por sus ovejas» conduce «al centro, a la cumbre de la revelación de Dios como pastor de su pueblo» y es también una invitación a los sacerdotes para «conducir a los fieles a él confiados: a la vida verdadera, la vida «en abundancia»».
Celebrar la misa no es mera función ritual
Esta llamada es confirmada también por las preguntas de los «compromisos de los elegidos» de la liturgia de la ordenación, principalmente la última que recuerda que el sacerdote «está inserido de un modo singular en el misterio del Sacrificio de Cristo, con una unión personal con Él, para prolongar su misión salvífica». Esa misión tiene una dimensión eucarístico-sacrificial porque «envuelve entera y profundamente la existencia, en comunión con Cristo» de celebrar cotidianamente la Santa Misa que sea «el núcleo de verdad y de fuerza salvífica, de la cual depende la eficacia de toda actividad». Por eso, «para el sacerdote, celebrar todos los días la Santa Misa no significa desarrollar una función ritual».
«El presbítero – continuó el Santo Padre – es llamado a vivir en sí mismo aquello que Jesús experimentó en primera persona, esto es, a darse plenamente a la predicación y a la cura del hombre de todos los males del cuerpo y el espíritu, y después, por último, resumir todo en el gesto supremo del ‘dar la vida’ por los hombres, gesto que encuentra su expresión sacramental en la Eucaristía, memorial perpetuo de la Pascua de Jesús».
Es una vieja tradición que los diáconos de la Diócesis de Roma sean ordenados por el Santo Padre porque él es el Obispo de la ciudad. Se forman en varios seminarios, este año eran del Pontificio Seminario Romano Mayor, del antiguo Almo Colegio Capranica, y del Colegio Diocesano Redemptoris Mater del movimiento neocatecumenal. Entre los candidatos hay siempre además de italianos, también los extranjeros que ayudan en el ministerio para la Diócesis del Papa. Hoy de mañana entre los 9 ordenandos había tres extranjeros del Colegio Capranica, un vietnamita de Nam Dinh, Giuse Vu Van Hieu; y del Colegio Redemptoris Mater: un colombiano de Medellín, Jorge Alexander Suarez Barbaran; y un costa marfileño de Anyama, Jean Florent Agbo.
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