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Concepción (Miércoles, 02-05-2012, Gaudium Press) En el marco del día internacional del trabajo, el Arzobispo de Concepción, monseñor Ricardo Chomali, presidió este martes 1 de mayo la celebración eucarística en conmemoración de San José obrero, patrono de los trabajadores. El oficio religioso que se efectuó en la Catedral contó con la asistencia de importantes autoridades del gobierno central y regional, como también empresarios, trabajadores y dirigentes sindicales.
En su homilía, monseñor Chomali destacó la necesidad de «dar gracias a los trabajadores, sin ellos no tendríamos el pan en las mañanas. Son los trabajadores los que mueven el país. He hecho ver que el trabajo es la cuestión social y por lo tanto el trabajo y el trabajador no pueden ser tratados como una mercancía, que se transa en el mercado».
«La belleza del trabajo está en que lo realiza una persona»
«La belleza del trabajo está en que lo realiza una persona», dijo y recordando las enseñanzas del beato Juan Pablo II en la materia, agregó que el «el trabajo es la clave de la cuestión social. Por ello que es tan importante esta celebración. El trabajo del hombre está indisolublemente unido al querer de Dios».
Dirigiéndose a los empresarios, el obispo les hizo un llamado a «cuidar a los trabajadores, porque son la gran riqueza de una empresa. La riqueza de una empresa no son las máquinas ni el capital ni la marca, sino los trabajadores; ellos son los que llevan adelante la empresa».
En este sentido precisó que pese al crecimiento económico que ha experimentado el país en los últimos años, la brecha social persiste y los beneficios de este desarrollo no llegan a todos los niveles productivos. Ante esta realidad «tenemos que trabajar arduamente para superar esa brecha. Dios reparte los talentos y las habilidades a todos por igual», afirmó el prelado.
Sueldo mínimo digno
Al término de su mensaje, monseñor Chomali fue claro en reconocer que actualmente una familia no puede vivir decorosamente con el sueldo mínimo que impone la legislación y que una de las consecuencias de esta realidad es el abandono que sufren muchos niños y jóvenes cuyos padres deben trabajar para solventar las necesidades familiares.
«La Iglesia es clara. Ha dicho que para determinar un sueldo digno, hay que ver la situación de la empresa. Lo ideal sería que el trabajador se pueda proyectar, tener una familia, educar a sus hijos y sobre todo tener una vejez digna. Por este motivo tenemos que trabajar más que haya trabajo en una empresa que sea una comunidad», sostuvo.
Y agregó: «El problema está muchas veces que los niños están muy solos, porque sus padres tienen que trabajar y eso trae una gran consecuencia. Hay que tener cuidado porque hay 700 mil jóvenes de entre 18 y 28 años, que no trabajan ni estudian, esos jóvenes son una riqueza del país que tenemos que cuidar y promover políticas públicas, de forma que esos jóvenes tengan acceso a la capacitación y al trabajo. Tenemos que terminar con la dicotomía del capital, la empresa, trabajador y trabajar juntos; la doctrina social es una maravilla, porque reivindica la dignidad del ser humano».
Durante la celebración el arzobispo hizo entrega de canastas con alimentos para familias de escasos recursos y antes del término impartió una bendición especial a los trabajadores mientras ellos alzaban sus herramientas de trabajo.
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