Menú 
Nueva York (Jueves, 03-05-2012, Gaudium Press) Una interesante discusión académica sobre el arte y el respeto de las cosas sagradas se desarrolló en la Universidad de Fordham, Nueva York, el pasado 25 de abril. El Centro de Religión y Cultura de esta universidad organizó un foro sobre casos polémicos en los que las figuras sagradas han sido representadas irrespetuosamente como parte de exposiciones artísticas. Dos expertas, Dana Goia, profesora universitaria ex secretaria del Patrocinio Nacional para las Artes, y Camille Paglia, profesora de humanidades y estudios mediáticos de la Universidad de Artes de Filadelfia, compartieron sus perspectivas sobre las controversias generadas en esos casos.
 |
| Crucificado de madera artesanal – Monasterio de San Benito, San Pablo, Brasil |
«El respeto por la religión y el interés en la religión deberían ser absolutamente básicos en toda persona educada», manifestó la profesora Paglia. «Para entender la historia del arte, se necesita respeto por la religión». La académica criticó en los artistas contemporáneos la mediocridad, el «ateísmo cínico» y la ignorancia religiosa.
Como contraparte, la profesora Dana Goia señaló que es difícil analizar desapasionadamente el tema, que enciende rechazos que a menudo dan publicidad a exposiciones de importancia artística insignificante. También criticó las formas habituales de discusión pública sobre el tema, según ella llevada a cabo de forma «simplista y estridente», que reacciona fácilmente ante exposiciones creadas precisamente para provocar.
En su opinión, lo que subyace detras de estas manifestaciones es la ausencia misma de la Iglesia, que dejó de lado su papel histórico de patrona, promotora y conservadora de las artes. Como resultado, indicó, el arte perdió «la visión religiosa trascendente y un sentido refinado y riguroso de lo sagrado». Según la profesora, la Iglesia perdió con este cambio parte de su sensibilidad estética y esto «ha debilitado su habilidad para llevar su mensaje al mundo».
La disociación entre fe y arte tiene consecuencias genuinamente trágicas: «Una vez que se retira el arte religioso como uno de los modos posibles de arte», explicó Goia, «una vez que se separa el arte de la disciplina espiritual tradicional y establecida hace largo tiempo, una vez que se quitan dos mil años de símbolos religiosos, rituales, lenguajes y leyendas que han inspirado el arte occidental, no se elimina el hambre espiritual del artista o de la audiencia, simplemente se satisface más crudamente con sustitutos vagos, pretenciosos y sentimentales».
Cuando el ambiente artístico se opone a la fe
En un ambiente artístico que se separa y se opone a la fe, los artistas se encierran en sí mismos y no pueden escuchar las voces de la mayoría de la población, opinó Camille Paglia: «El mundo del arte ha apostado su propia exclusividad y prestigio en obras mediocres». Quienes se escandalizan por las exposiciones blasfemas dejan de realizar aportes para la promoción del arte en sus comunidades locales. «Los niños de escuela están pagando las consecuencias de la arrogancia de Manhattan», señaló.
La académica también criticó aquellas exposiciones que disfrazan el uso irrespetuoso de imágenes religiosas como atracción publicitaria detrás de un discurso insustancial y confuso.»Si (un artista) va a cometer una blasfemia, debe asumirla como tal», afirmó. Los museos han colaborado en estas maniobras «alimentando la controversia para generar más taquilla», sostuvo Paglia, lo que los lleva a exponer obras de tercera categoría que están por debajo de sus estándares.
El Centro de Religión y Cultura de la Universidad de Fordham, promotor del foro, fue establecido en 2004 para explorar las relaciones entre la fe religiosa y la cultura contemporánea.
Con información de CNS
Deje su Comentario