Madrid (Jueves, 04-05-2012, Gaudium Press) En la sede de la Fundación Universitaria Española de Madrid se presentó ayer un interesantísimo libro sobre la historia de la Iglesia Católica en Chile. Se trata de la obra «La Edad Media de Chile – Historia de la Iglesia. Desde la fundación de Santiago a la incorporación de Chiloe. 1541-1826». Su autor es el conocido historiador y monje benedictino D. Gabriel Guarda, abad emérito del Monasterio de la Santísima Trinidad en Las Condes, Santiago. Miembro del Pontificio Comité de Ciencias Históricas.
El acto fue presidido por Doña Lydia Gimenez, Vice-Presidenta de la Fundación Universitaria Española y presidenta del Consejo Directivo de la Universidad Católica de Ávila. Intervinieron además el Embajador de Chile en España, D. Sergio Romero Pizarro, quien clausuró la sesión, D. Jaime Antunez Aldunate, Director de la Revista «Humanitas» quien junto a Don Miguel Angel Velasco, Director de Alfa y Omega presentó al Padre Guarda y el propio autor. Entre los asistentes al acto se encontraban el Prof. D. Juan Velarde Fuentes, vice-presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y el Profesor y Sacerdote mercedario Fray. Alfonso López Quintás, así como el Agregado Cultural de la Embajada de Chile en Madrid D. Alejandro San Francisco y el Director de SOS-Familia D. Fernando Larraín Bustamante.
Doña Lydia Gimenez agradeció que la sede de la Fundación Universitaria Española fuese escogida para la realización del acto. D. Jaime Antúnez evocó la vieja amistad que le une al Padre Guarda, destacando la dedicación del monje benedictino al estudio y a la investigacion, y realzando la verdadera «gesta» que santos y santas españoles realizaron en América. «Dieron a esos pueblos la verdadera identidad, sin la cual los pueblos de Hisponoamérica no serían ellos mismos» señaló el director de «Humanitas».
El Padre Guarda en una intervención llena de ejemplos y de interesante datos señaló que quiso escribir el libro «porque había que rescatar del olvido una serie de verdades históricas que incluso no se conocían». «Desde el punto de vista cultural la labor de España no tuvo límites, es inagotable. Y se seguirá encontrando documentos que demuestran eso».
El Embajador D. Sergio Romero Pizarro, al clausurar la sesión, señaló su alegría de participar en el acto. «Es un libro expectacular. Todo lo escuchado nos trajo con emoción la figura de D: Jaime Izaguirre -maestro del padre Guarda- que tanto hizo por el nexo entre la hispanidad y Chile. Me siento muy honrado en participar en este acto junto al padre Guarda y a mi querido amigo Jaime en la epopeya que ellos hacen de editar un libro de este valor y de esta estatura».
Ofrecemos a nuestros lectores el texto de la interesante intervención de D. Miguel Ángel Velasco, Director del semanario «Alfa y Omega»:
«EL CORAZÓN DE UN REGALO
(… Y ENTENDIENDO SIEMPRE EN LA PROPAGACIÓN Y EXTENDIMIENTO DE LA SANCTA FE CATHÓLICA, DE UN MISMO ANIMO, HAYAN
DETERMINADO DE IR A BUSCAR E DESCUBRIR ALGUNAS ISLAS E TIERRAS NO CONOCIDAS PARA REDUCIR LOS NATURALES HABITANTES
DELLAS A ADORAR A NUESTRO REDEMPTOR JESUCHRISTO Y CONFESAR LA SANCTA FFEE CATHOLICA…) (Isabel la Católica)
Luego se mezclarían otras finalidades. El oro -el petróleo de entonces- y el poder, la política y la ambición harían de las suyas, pero desde el principio -y convendría no perderlo de vista- la motivación básica y esencial, la médula misma y el meollo de la empresa gigantesca era clara: Nuestro Señor Jesucristo y la santa fe católica.
En 1551 Carlos I firma el Decreto Imperial de la creación de las dos primeras Universidades de las Américas: la de Lima y la de Méjico. Faltaban 85 años para que se estableciese la primera Universidad Americana de habla inglesa, la de Harward en 1633.
En 1552, Francisco López de Gómara publicaba en Zaragoza su «Historia de las Indias» y, en su dedicatoria al emperador, decía: «Muy soberano señor: la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la Encarnación y muerte del que lo creó es el descubrimiento de Indias». Estas palabras han sido repetidamente citadas, pero no estas otras, de la misma dedicatoria: «El trabajo y peligro vuestros españoles lo toman alegremente, así en predicar y convertir como en descubrir y conquistar».
España dejó en América tantas cosas; pero, por encima de todo, como sustrato fundamental y común denominador de permanente vigencia hasta nuestros días dejó una lengua y una fe. Levantó la ermita antes que el almacén. Luego sería, enseguida, al revés: Europa leería pronto las cartas de Vespucci, saborearía el chocolate y la patata y el tabaco, y algún canteiro, que antes fuera mariñeiro, tallaría frutas tropicales en las piedras de la catedral de Mondoñedo; pero la ósmosis la inició España, que abolió la esclavitud, llevó el Evangelio y un idioma unificado y unificador. Fue la primera globalización, la primera mundialización: los teólogos de la Escuela de Salamanca convencían de que, acá y allá, sólo hay una humanidad. De lo que se trataba era de cristianizar y de salvar al planeta entero. Así inventaron Occidente.
En esta prodigiosa donación primera de sí misma como pueblo, que es, sin duda, la mayor de nuestras más auténticas y verdaderas grandezas históricas, el regalo mayor, más impagable y envidiable, fue la transmisión de la fe católica, la comunicación del Evangelio. Y, en el corazón mismo de este regalo inmenso, el amor a María Santísima, Virgen y Madre de Dios.
América nos ha devuelto, siempre y hoy más que nunca, centuplicado, este tesoro enraizado en lo más hondo del alma del pueblo. Nadie puede medir, ni hay ordenador electrónico en el mundo que pueda hacerlo, la trascendencia de esta vivencia entrañable, popular y honda como ninguna otra. Son pueblos que rezan a Dios en Español llamándole «Padre» y cantan a la Virgen una plegaria suave y sencilla, la «Salve», que Pedro de Mezonzo se inventó una tarde, junto a las torres de Compostela, ante el sepulcro del señor Santiago, en cuyo Camino fue engendrada Europa.
Este libro aborda la epopeya gloriosa de la evangelización de Chile en un periodo que, con notable originalidad, el autor ha definido «la Edad Media de Chile». Fue un inmenso empeño histórico, en el que el papel primordial correspondió a la Iglesia de España.
Ha sido editado por la Fundación CorpArtes y por la Corporación del Patrimonio Religioso y Cultural de Chile. Está dedicado a la memoria del recordado y benemérito cardenal Raúl Silva Enríquez y su autor es el benedictino Padre Gabriel Guarda, abad emérito del Monasterio de la Santísima Trinidad de Las Condes (Santiago de Chile). El Padre Guarda es una figura muy conocida y respetada en la historiografía hispanoamericana y es miembro de número de la Academia de la Historia del Instituto de Chile y Premio Nacional de Historia en 1984. El Papa Juan Pablo II lo nombró en 1999 miembro del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y actualmente preside la
Comisión Nacional de Chile para los bienes culturales de la Iglesia.
Espléndidamente editado en gran formato y con láminas a todo color el autor cuenta en este medio millar de páginas nada menos que la historia de una Cristiandad. Momento sumamente atractivo en la historia de esta Iglesia es el primer encuentro del cristiano español con el indígena, antes del recurso a los niños intérpretes que hicieron de puente en las primeras comunicaciones, antes de la publicación de los primeros vocabularios o de que los jesuitas recurrieran a palillos y piedrecillas para enseñar a rezar a los niños indígenas; antes de que ya en aquellos siglos, y a falta de sacerdotes se recurriera a los seglares.
No fueron los hijos de San Ignacio los únicos cultivadores de las lenguas indígenas: el Provincial de los franciscanos, Fray Juan de Vega, había sido autor de una gramática quechua, compuesta en 1590. Luego vendrían las Encomiendas, la segunda evangelización después de Trento (en 1585 la diócesis de Santiago tiene 37 doctrinas, 30 servidas por el clero secular y 7 por religiosos). Es ésta una prodigiosa y maravillosa historia, hecha de fe, servicio y dedicación plena, de heroicos misioneros y de vasos comunicantes, con millones de maravedís fecundamente invertidos y con la entrega de vidas humanas en nombre de la fe, de la esperanza y de la caridad, para la creación de «pueblos de indios».
La República de los naturales, la República de los españoles, los obispados, el clero, las órdenes religiosas, los monasterios de monjas, el laicado, la celebración, la cultura, la Ilustración, el régimen de Cristiandad, la Iglesia durante el proceso de Independencia, Los bienes de la Iglesia, los centros de evangelización, las obras de misericordia, son los títulos de los capítulos que componen esta obra monumental, complementada por interesantes apéndices y por una exhaustiva bibliografía. Por algo los más lúcidos conocedores de la realidad de lo que supuso la evangelización de América, como Julián María, escribieron: «Al hablar de España, hay que ocuparse esencial y no marginalmente de América, porque América fue, sigue siendo y será siempre un ingrediente esencial de España; sin ella España sería ininteligible.
Esta obra demuestra que, sin el Cristianismo, Chile como toda Hispanoamérica es incomprensible. Exactamente igual que España».
Gaudium Press / José Alberto Rugeles
Deje su Comentario