Ciudad del Vaticano (Miércoles, 08-05-2012, Gaudium Press) «Desde el primer momento de mi elección, siempre me sentí sustentado por la oración de la Iglesia, por vuestra oración, principalmente en los momentos más difíciles. ¡Agradezco de corazón!», confesó hoy de mañana Benedicto XVI al final de la catequesis sobre el episodio de la liberación milagrosa de San Pedro de la prisión.
Según el Papa, San Pedro tenía una actitud de «tranquilidad y confianza» en Dios en medio de la persecución |
La liberación milagrosa de San Pedro de la cárcel, asistida por la oración de la Iglesia nos muestra que la «fuerza de la oración incesante de la Iglesia se eleva a Dios y el Señor escucha y realiza una liberación impensable e inesperada». El Santo Padre recordó que «con la oración constante y confiada el Señor nos libera de las cadenas, nos guía para atravesar cualquier noche de prisión que puede apretar nuestro corazón, nos da la serenidad del corazón para enfrentar las dificultades de la vida, hasta incluso el rechazo, la oposición, la persecución».
La narración de los Hechos de los Apóstoles presenta importantes detalles de la detención y la liberación de Pedro. Mientras la comunidad cristiana reza con insistencia por él, Pedro «dormía» (Hch 12,6).» Deteniéndose en ese elemento el Papa observó que así el Apóstol preso demuestra una actitud de «tranquilidad y confianza» en Dios porque «confía en Dios, sabe que está cercado por la solidaridad y la oración de los suyos y se abandona totalmente a las manos del Señor».
Una oración asidua, solidaria, confiante
«Así -continuó el Santo Padre- debe ser nuestra oración: asidua, solidaria con los otros, plenamente confiada a Dios que nos conoce en lo íntimo y cuida de nosotros al punto de -dice Jesús- «en cuanto a vosotros, hasta los cabellos de la cabeza están todos contados. No tengáis miedo…» (Mt 10, 30-31).
Pedro vive la noche de prisión y de la liberación de la cárcel como un momento de su seguimiento del Señor, que vence las tinieblas de la noche y libera de la esclavitud de las cadenas y del peligro de la muerte».
Pedro liberado «va a la casa de María, la madre de Marcos, donde muchos de los discípulos están reunidos en oración». Así, «una vez más la respuesta de la comunidad a las dificultades y al peligro es entregarse a Dios, intensificar la relación con Él». La relación que en el momento no era así tan fuerte, la comunidad era dominada «por las pasiones, por la dictadura de las propias voluntades, por el egoísmo» y la prisión de Pedro intensificó la oración.
El Papa recordó que «la oración constante y unánime es un precioso instrumento también para superar todas las pruebas que pueden surgir en el camino de la vida». «Invito a todos – agregó el Santo Padre en el saludo en español – a experimentar cómo la oración constante y de la comunidad unida es un precioso instrumento para superar las dificultades que surgen en el camino de la vida, porque cuando estamos profundamente unidos a Dios, estamos también unidos a los hermanos.»
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