Ciudad del Vaticano (Lunes, 14-05-2012, Gaudium Press) Como gran conocedor y amante de la música, el Santo Padre Benedicto XVI recibió con mucho agrado el concierto que le ofreció el presidente de Italia, Giorgio Napolitano en honor del séptimo aniversario de su elección como Papa. El concierto fue interpretado por la Orquesta y Coro del Teatro de la Ópera de Roma y dirigido por los maestros Riccardo Mutti y Roberto Gabbiani, y tuvo lugar en el Aula Pablo VI el pasado sábado 12 de mayo.
Benedicto XVI, espectador del concierto en su honor. A su lado, el presidente italiano Giorgio Napolitano. |
El repertorio seleccionado para el Pontífice incluyó el Magnificat en sol menor de Antonio Vivaldi y el Stabat Mater y el Te Deum de las Quatro pezzi sacri de Giuseppe Verdi. Al final del concierto Benedicto XVI agradeció a todos los músicos y quienes organizaron el evento y compartió algunas palabras sobre las piezas ejecutadas.
Sobre la primera obra, el Magnificat de Vivaldi, el Santo Padre afirmó: «Es el canto de alabanza de María y de todos los humildes de corazón que reconocen y celebran con gratitud la acción de Dios en su propia vida y en la historia; de Dios que tiene un ‘estilo’ distinto del ser humano porque se pone al lado de los últimos para darles esperanza». Sobre la forma como el artista interpretó esta realidad, explicó: «La música de Vivaldi expresa la alabanza, el júbilo, el agradecimiento y también la maravilla ante la obra de Dios, con una riqueza de sentimientos extraordinaria».
Luego se refirió a las obras de Giuseppe Verdi, comenzando con el Stabat Mater, obra inspirada en la Pasión de Cristo desde la perspectiva de la Santísima Virgen. «Nos encontramos ante el dolor de María a los pies de la cruz», expuso el Santo Padre. «El gran autor de ópera italiano, que había percibido y expresado el drama de tantos personajes en sus obras, analiza aquí el de la Virgen que mira a su Hijo en la cruz».
El Papa destacó la dramática expresión que logró imprimir en la obra, una de sus piezas clásicas más reconocidas, y el efecto espiritual que consigue: «La música se hace esencial, casi se aferra a las palabras para expresar, lo más intensamente posible, el contenido (…) para que podamos participar en ese dolor maternal y que arda nuestro corazón de amor a Cristo, hasta la estrofa final; una súplica intensa y potente a Dios para que las almas vean la gloria del Paraíso, la aspiración final de la humanidad».
Sobre el Te Deum, himno y oración de acción de gracias por excelencia, y la composición que Verdi realiza sobre él, el Santo Padre manifestó que es «una sucesión de contrastes, pero la atención de Verdi al texto sacro es minuciosa y brinda una lectura diversa de la tradicional».
El Papa concluyó comentando un recorrido por esta notable obra: «El autor no se fija tanto en el canto de la victoria o de la coronación sino, como escribe, en una serie de situaciones: el júbilo inicial (…), la contemplación de Cristo encarnado que libera y abre el Reino de los Cielos, (…) la invocación (…) para que tenga misericordia y, en fin, el grito repetido del soprano y del coro en «In te, Domine speravi» (En Ti, Señor, confié) que cierra la pieza; casi una súplica de Verdi en persona para tener esperanza y luz en el último tramo de la vida».
Su Santidad agradeció este concierto y manifestó que esta manifestación artística «expresa en música la fe de la Iglesia».
Con información de Vatican Information Service.
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