sábado, 23 de noviembre de 2024
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"Que el crucifijo continúe constituyendo la fuerza y la sabiduría de Dios también para el Judiciario", afirma arzobispo de Puerto Alegre, Brasil

Puerto Alegre (Miércoles, 16-05-2012, Gaudium Press) Con el título «El escándalo del Judiciario», Mons. Dadeus Grings, arzobispo metropolitano de Puerto Alegre, Brasil, vuelve a abordar la cuestión polémica sobre la retirada de los crucifijos de los tribunales de Justicia del estado de Río Grande del Sur.

Afirmó el prelado, que la problemática de los crucifijos lo lleva a parafrasear lo que S. Pablo dice en su Primera carta a los Corintios (1,23): Nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para el Judiciario y locura para la Liga de las Lésbicas, pero para los cristianos, que constituyen 92% de la población brasileña, marcados por la Cruz de Cristo a través del Bautismo, es poder de Dios y sabiduría de Dios.

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Mons. Dadeus Grings espera «que el crucifijo continúe constituyendo la fuerza de Dios y la
sabiduría de Dios también para los servidores del Judiciario»

El arzobispo explica que muchas personas comentaron y manifestaron su aprehensión delante de la actitud del Consejo de la Magistratura en la intención de diluir a la sociedad brasileña de su cultura. Para él, éste es un intento constituir al cristianismo como algo extraño, como si el tema fuese religioso y no cultural.

«Y por eso mismo es preciso enfatizar, para los que pretenden así dar un golpe a la Iglesia Católica, que no se trata de un problema que relacione Iglesia y Estado, cuyas relaciones fueron firmemente consolidadas por el Pacto entre Brasil y la Santa Sede, firmado en 2008, en Roma y homologado por el Congreso Nacional. El problema de los crucifijos, en cambio, envuelve al Judiciario y la Sociedad brasileña. Se trata de una cuestión democrática, de mayoría», enfatiza.

Un rechazo que puede ser un rechazo a la sociedad brasileña

Mons. Dadeus también lanza el siguiente cuestionamiento: ¿el Judiciario, con esta decisión, todavía representa a la sociedad brasileña o está dando la espalda a ella, cuando rechaza sus símbolos más queridos, de Amor, Justicia y Verdad, para eventualmente privilegiar una representación lésbica de la mitología griega, por la diosa Themis, de ojos vendados?

De acuerdo con él, por ironía de los hechos, ocurre una discriminación contra el sexo opuesto, rechazando a Jesús, el Hombre Dios crucificado, para acoger a una mujer mitológica.

El arzobispo refuerza también que el hecho de una liga de lésbicas haber conseguido éxito en su acción con relación a los valores cristianos de Occidente aparece como señal de que grupos extremamente minoritarios y radicales asumen la supremacía, con el apoyo del Judiciario, sobre las Tradiciones que marcan nuestra civilización, solapando la base de la sociedad brasileña.

«Si este grupo y el Judiciario se avergüenzan de la sociedad brasileña, intentando solapar sus fundamentos de convivencia, no es de extrañar que también la sociedad, marcada por una tradición de 500 años de fe, se avergüence de ellos», completó.

El prelado reafirmó nuestros valores sociales y nuestros símbolos más sagrados para atestiguar la búsqueda de la paz social, la fraternidad universal, el amor incondicional, la salvación que viene de Dios, la honestidad que garantiza la contextura social, la fe en lo transcendental para garantizar perennidad a la vida humana.

La Cruz para nosotros, conforme el arzobispo, así como para gran parte de la humanidad, incluso fuera del Cristianismo, sintetiza la dimensión transcendental del amor a Dios con la dimensión inmanente del amor al prójimo.

Para finalizar, Mons. Dadeus resaltó que conviene subrayar que no fue la Iglesia católica que colocó los crucifijos en los tribunales de Justicia, y que sacándolos de allí, los jueces de la Magistratura ofenden a su propia tradición y todos los jueces que los precedieron, que los tenían como símbolo de fe y de imparcialidad.

«Esperamos que el crucifijo continúe constituyendo la fuerza de Dios y la sabiduría de Dios también para los servidores del Judiciario. Quien tiene fe sabe y experimenta. No se debe, sin embargo, olvidar que el modo de vivir de una sociedad no es determinado por una minoría, ni puede ser por ella obstaculizado, si no se quiere configurar una dictadura y suprimir la democracia», concluyó.

 

 

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