Ciudad del Vaticano (Jueves, 17-05-2012, Gaudium Press) En editorial de L’Osservatore Romano de este miércoles 16, el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, diserta sobre los porqués de celebrar un Año de la Fe entre 2012 y 2013. Según el prelado, preguntarse por la razón del Año de la Fe no se trata de mera retórica, sino de una cuestión que merece una respuesta, «sobre todo de cara a la gran expectativa que se verifica en la Iglesia delante de este evento».
Mons. Rino Fisichella |
Según Mons. Fisichella, el Papa Benedicto XVI indicó la primera motivación cuando anunció su proclamación. «La misión de la Iglesia, así como la de Cristo, es esencialmente hablar de Dios, hacer memoria de su soberanía, evocar a todos, especialmente a los cristianos que perdieron la propia identidad, el derecho de Dios sobre lo que le pertenece, esto es, nuestra vida.
Exactamente para dar un impulso renovado a la misión de toda la Iglesia de guiar a los hombres para fuera del desierto donde, con frecuencia, se encuentran rumbo al lugar de la vida, de la amistad con Cristo, que nos dona la vida en plenitud», escribió el prelado.
No dejar caer en el olvido el hecho de que caracteriza nuestra fe: creer, ésta es la intención principal de la institución del Año de la Fe, de acuerdo con Mons. Fisichella. «Salir del desierto que tiene en sí el mutismo de cuantos nada tienen para decir, para restituir la alegría de la fe y para comunicarla de manera renovada», declaró el presidente del Pontificio Consejo, destacando que «antes que nada este año se destina a la Iglesia entera para que delante de la dramática crisis de fe que afecta a muchos cristianos sea capaz de mostrar, una vez más y con entusiasmo renovado, el verdadero rostro de Cristo que llama a seguirlo».
Reiterando la importancia de la fecha, el prelado afirma que el Año de la Fe es un año para todos, «porque en el camino perenne de la fe sentimos la necesidad de apurar el paso, que muchas veces se vuelve lento y cansado (…)». De acuerdo con Mons. Fisichella, en este sentido, aquellos que se saben frágiles y, por eso se tornan frecuentemente indiferentes y agnósticos, no pueden sentirse excluidos. Solo así, según el prelado, pueden encontrar «el sentido perdido y comprender el valor de pertenecer a una comunidad, verdadero antídoto para la esterilidad del individualismo de nuestros días».
Palabras del Papa en el ‘Porta Fidei’
Dando continuidad a su explicación, Mons. Fisichella recuerda las palabras de Benedicto XVI en el «Porta Fidei», carta apostólica que instituyó el Año de la Fe. Según el prelado, en el referido texto, el Santo Padre declaró que «la puerta de la fe está siempre abierta», o sea, «que nadie puede sentirse excluido de ser positivamente provocado sobre el sentido de la vida y las grandes cuestiones que sobre todo en nuestros días nos afectan debido a la persistencia de una crisis compleja que aumenta las dudas y ofusca la esperanza». Conforme Mons. Fisichella, formular la pregunta sobre la fe no significa alejarse del mundo, sino «tomar consciencia de la responsabilidad que se asume en relación a la humanidad en este momento histórico».
Por último, Mons. Fisichella declara que el Año de la Fe será un período donde la oración y la reflexión podrán ser más fácilmente conjugadas con la inteligencia de la fe, de la cual todos deben sentir urgencia y necesidad. «De hecho, no puede suceder que los creyentes se distingan en los diversos ámbitos de la ciencia, para tornar más profesional su compromiso de trabajo, pero después tengan un conocimiento frágil e insuficiente de los contenidos de la fe. Un desequilibrio imperdonable que no permite crecer en la identidad personal e impide que se sepa dar razón de la elección hecha», concluyó.
Deje su Comentario