Roma (Miércoles, 23-05-2012, Gaudium Press) A pocos días de iniciarse el Encuentro Mundial de las Familias en Milán, el Card. Ennio Antonelli, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, habló con Gaudium Press sobre el magno evento, su histórico, su labor al frente del dicasterio, entre otros temas.
A continuación la entrevista:
Gaudium Press – El Encuentro Mundial de las Familias en la Ciudad de México fue el primer Encuentro desde que Su Eminencia fue nombrado por el Papa presidente del Consejo Pontificio para la Familia, ¿Cómo lo recuerda Usted?
Card. Ennio Antonelli – Recibí la encomienda del Santo Padre de presidir el Consejo Pontificio para la Familia, en junio de 2008, a pocos meses de la realización del Encuentro de Ciudad de México y faltando todavía algunas definiciones importantes como el tipo de presencia del Papa en el evento. Fueron meses de intenso trabajo y de una creciente comunión con las personas directamente involucradas en la preparación del evento, de estrecha colaboración con las instituciones civiles y eclesiásticas de aquella nación latinoamericana, quienes sostuvieron fuertemente la iniciativa aun después de saberse que el Papa no podría estar físicamente presente.
Para el Card. Antonelli, los medios «tienen una gran capacidad de modelar no sólo la sociedad, sino también las personas individuales» |
Todo ese esfuerzo se vio recompensado en un Encuentro estupendo. Más de 50 los cardenales presentes, delegaciones oficiales de más de cien naciones y un congreso teológico-pastoral con una afluencia de más de 10,000 personas, una cifra récord en la historia de los Encuentros Mundiales de la Familia, hasta ahora. La acogida que nos dispensaron y la buena organización del evento, en un clima de amistad, quedarán como un maravilloso recuerdo y un hito en estos Encuentros Mundiales.
GP – ¿De qué manera esta experiencia mexicana contribuirá al próximo Encuentro en Milán?
Card. Antonelli – Cada Encuentro deja una huella y una experiencia que se recoge en cada cita sucesiva. En este sentido el Encuentro de Milán se coloca en perfecta continuidad con los seis precedentes. Se trata de una nueva etapa dentro de un único proceso, en el que la pastoral familiar en todo el mundo es estimulada y sostenida. Este séptimo Encuentro, sin duda, recoge esa experiencia pero también tendrá algunas originalidades propias, a comenzar por el tema, que se trata de un tema, digamos, más secular que el de los anteriores Encuentros: La familia: el trabajo y la fiesta. Una reflexión que articulará tres temas que frecuentemente aparecen por separado y cuyas mutuas conexiones es urgente recomponer armoniosamente.
GP – El año pasado Su Eminencia en una conferencia de prensa recordó que Juan Pablo II quería ser un Papa de la familia. ¿Entre las diferentes propuestas, Usted piensa que al ser canonizado debería ser proclamado Patrono de las Familias?
Card. Antonelli – Con merecimiento a Juan Pablo II se le ha reconocido con varios títulos, entre ellos el de «Papa de la Familia». Sus enseñanzas con respecto a la familia han sido riquísimas. Las catequesis sobre el fundamento antropológico del matrimonio, del amor humano en el plan divino y de la familia; la exhortación apostólica «Familiaris Consortio» (1981), carta magna de la pastoral familiar; la «Carta de los derechos de la familia» (1984), la carta apostólica «Mulieris dignitatem» sobre la dignidad y vocación de la mujer (1988); la carta a las familias «Gratissimam sane» (1994) que fue seguida más tarde por la carta a los niños. Son numerosísimos los mensajes, los discursos y las homilías. Además creó dos importantes instituciones para la promoción de la familia. Un dicasterio de la Santa Sede, el Consejo Pontificio para la Familia, y un centro académico internacional de estudios especializados en matrimonio y familia, el Instituto Pontificio Juan Pablo II de estudios sobre matrimonio y familia». Llevó a cabo importantes iniciativas en favor de la Familia como son los Encuentros Mundiales, que se celebran cada tres años. Finalmente un acontecimiento muy significativo fue la primera beatificación simultánea de una pareja de esposos, Maria Corsini y Luigi Beltrame Quattrocchi, el 29 de octubre de 2001, con el cual se realizaba su gran deseo de que en nuestro tiempo se privilegiara especialmente el reconocimiento de la santidad conyugal.
GP – Su Eminencia también es miembro del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales. Los medios de comunicación de masa mayoritariamente están contra los valores cristianos, ¿Usted piensa que este evento podrá llegar a sembrar otro tipo de pensamiento más favorable a la vida?
Card. Antonelli – Los medios de comunicación, que son actualmente huéspedes habituales en nuestras casas, tienen una gran capacidad de modelar no sólo la sociedad, sino también las personas individuales, su mentalidad e intereses, sus actitudes y comportamientos, incluso, su psicología y sus capacidades. Desgraciadamente constatamos que la cultura dominante, con gran poder en los medios de comunicación, en la política y en la economía, propone un modelo de vida individualista y consumista. Propone directa o indirectamente relaciones utilitaristas y contractuales tanto en el mercado como en las relaciones personales. La búsqueda del placer y de la utilidad inmediata, el consumo de cosas, emociones, sensaciones y experiencias sin un proyecto y una orientación fundamental. Todo lo cual dificulta el empeño matrimonial y la vida en familia, que suponen por el contrario, donación, generosidad, sacrificios y empeños estables. Sin embargo, el matrimonio y la familia, aunque suponen dificultades y sacrificios, dan significado, valor y felicidad a la vida. Según los estudios sociológicos, las personas que se consideran satisfechas de la vida son porcentualmente bastante más numerosas entre los casados que entre los solteros y conviventes.
Es necesario que nos demos cuenta de que los medios constituyen también, si son utilizados inteligentemente, una oportunidad excepcional para enriquecer la vida de las familias. Son oportunidades de información, de educación, de enriquecimiento cultural y hasta de crecimiento espiritual. La Iglesia debe hacerse cargo de la nueva situación y acercarse a los medios con un nuevo impulso misionero, encontrando en ellos nuevas vías de evangelización.
GP – ¿De qué manera el Consejo Pontificio para la Familia participará en la celebración del Año de la Fe y en el Sínodo sobre la Nueva Evangelización? ¿Existe algún proyecto específico de parte de Ustedes? ¿Qué valor y oportunidad pueden tener estos dos eventos para el tema de la familia?
Card. Antonelli – Desde luego el Consejo Pontificio para la Familia participará activamente en ambas iniciativas. En buena medida la Nueva Evangelización depende de la familia, ya que ella participa de la sacramentalidad de la Iglesia, siendo como es, pequeña iglesia doméstica. Ella está llamada a vivir una intensa unión con Cristo y a compartir su amor salvífico por todos los hombres, sintiéndose enviada por Él a la misión para procurar el bien temporal y eterno de todos, según sus propias posibilidades. Las familias evangelizan sobretodo con su misma presencia, como «comunidad de vida y de amor», siendo transparencia de Cristo dentro del gran sacramento que es la Iglesia. Nuestro Dicasterio ha sostenido fuertemente esta idea y está alentando un proceso de intercambio de experiencias pastorales donde emerge este rol fundamental de la familia como sujeto activo y responsable de la evangelización. Hemos realizado algunos encuentros en este sentido y se está difundiendo un libro que recoge algunas de las experiencias que han sido presentadas en ellos y que lleva el significativo título de «Familias vivas, renovadas por el Evangelio».
Durante el año de la Fe esperamos que se pueda concluir el Vademécum para la preparación del matrimonio y para la formación permanente de los cónyuges, cuya perspectiva es un itinerario de fe y de vida cristiana. Hay otros proyectos de Congresos y de acompañamiento a las Conferencias Episcopales, que lo vean oportuno, en la elaboración de algunos subsidios idóneos para la catequesis en familia y para la oración en la casa que se podrían preparar.
Gaudium Press / Anna Artymiak
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