Nueva York (Martes, 29-05-2012, Gaudium Press) La demanda no solo no tenía fundamento sino que era amenazante contra la libertad de religión en los EE.UU. Por ahora los querellantes han abandonado sus requerimientos contra el Padre Brian Jordan, franciscano, y su parroquia, la iglesia del Santo Nombre de Jesús. Este es el histórico.
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Tras los ataques a las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, rescatistas hallaron unas vigas de acero que se habían fundido entre sí y que habían adquirido forma de significativa Cruz. Muchos de los trabajadores cristianos que laboraban entonces en ese duro oficio hallaron que la Cruz así formada les llevaba consuelo y les daba ánimo. Más que comprensible.
Eso mismo sentía y pensaba el padre franciscano Jordan, quien bendijo la cruz, y celebró varias misas junto a ella: «Pasé muchos, muchos meses atendiendo a los trabajadores de rescate en la Zona Cero. Sus espíritus se elevaron al recordar que Dios está aún con nosotros, incluso cuando ocurre un desastre inimaginable. Y la Cruz del World Trade Center se convirtió en una fuente de inspiración para aquellos trabajadores».
Ahora la cruz está en el National September 11 Memorial & Museum, de propiedad estatal. Pero su presencia allí no pudo ser resistida por American Atheists, Inc., quienes interpusieron una demanda contra el Museo, contra la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, contra el estado de Nueva Jersey y contra el Padre Jordan y su iglesia, pues ella es «responsable de la colocación de un símbolo religioso del cristianismo en una propiedad del gobierno en conjunto con una ceremonia religiosa». La demanda alegaba que el padre Jordan «llevó a cabo una ceremonia religiosa dirigida a la colocación de un símbolo del cristianismo en una propiedad del gobierno».
Ningún fundamento
Es claro, entretanto, que el P. Jordan no tenía ningún poder decisorio en la decisión de donde se colocaría la cruz.
Explican también analistas como Gerald J. Russello -editor de The University Bookman-, que la demanda no tenía ningún piso puesto que «la Constitución claramente se aplica sólo a las acciones gubernamentales que ‘establecen’ una religión o prohíben el ‘libre ejercicio’ de una creencia religiosa de una persona o entidad religiosa. Las personas privadas, incluso sacerdotes, no puede violar la Primera Enmienda, porque no son actores del gobierno».
Asimismo Russello afirma que los propios alegatos de los ateos pueden ser usados en su contra por los creyentes: «¿Qué pasa con la mayoría de cristianos que puede sentir que una decisión de rechazar la inclusión de un objeto en forma de cruz en un museo nacional es una afrenta a sus creencias religiosas?», afirma.
En cualquier caso, la demanda de los ateos tiene el carácter de un ataque al ejercicio público de la religión. Sin embargo, la «libertad de practicar el catolicismo (…), está protegida por la Cláusula del Libre Ejercicio de la Primera Enmienda» de la Constitución Americana, expresó también Rusello.
Gaudium Press / Saúl Castiblanco
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