Redacción (Lunes, 04-06-2012, Gaudium Press) Santo Tomás de Aquino en su Suma contra los gentiles nos explica que la búsqueda del supremo bien, de la suprema verdad, en resumen, la búsqueda de Dios, es algo que ha obsesionado al hombre desde el comienzo de la humanidad, porque la felicidad última del mismo parece estar unida al descubrimiento de ese Ser del cual procede.
Por otra parte se observa que la gran dificultad que el hombre tiene para alcanzar lo anterior, radica en el hecho que a Dios no se le puede ver, no se le puede tocar, ni conocer en su esencia; para resolver este problema el Doctor Angélico señala en su obra magna la Summa Teológica que el hombre «es capaz de alcanzar a Dios» por medio de la admiración de las cosas creadas. Como ya se dijo, a Dios no se le puede conocer en su esencia pero si podemos conocerlo a través de los sentidos, por ejemplo el de la vista.
Este Dios que parece tan oculto e inaccesible para muchas personas, -incluso algunas, buscándolo infructuosamente en doctrinas, filosofías y libros durante toda la vida- no se da cuenta que lo pueden encontrar en su diario vivir, en algo tan accesible como la naturaleza que lo rodea, inclusive, desde el patio de su casa. Por ejemplo: la belleza y proporción de una flor; el movimiento majestuoso de los árboles movidos por el viento; la gracia y agilidad de un picaflor; la astucia de un gato cazando; el esplendor de una fulgurante puesta de sol que con sus rayos de diferentes tonalidades dan una pálida idea del cielo al cual estamos todos llamados, también se podría decir que predispone nuestra alma hacia los grandes horizontes, el cual, no estamos acostumbrados a mirar en nuestro gris día a día.
A continuación algunas fotos tomadas desde la sede de los Heraldos del Evangelio en Viña del Mar, Chile, durante una actividad con aspirantes:
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