sábado, 23 de noviembre de 2024
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"Nosotros buscamos un Dios que no reina a la distancia", dijo el Papa tras el concierto en el Scala de Milán

Milán (Lunes, 04-06-2012, Gaudium Press) Simplicidad que se mezcla con lujo, sentimientos de alegría con los de dolor. Con esas palabras podríamos definir la atmósfera del concierto en honor al Santo Padre en el famoso y prestigioso Teatro Scala de Milán, el viernes en la noche. Comentando la Novena Sinfonía de Beethoven, Benedicto XVI comparó el mensaje cristiano sobre la familia con la música. «En familia es que se comprende cómo la realización de sí no está en el colocarse en el centro, guiados por el egoísmo, sino en el donarse; es en familia que se comienza a encender en el corazón la luz de la paz para que ilumine este nuestro mundo», observó el Pontífice.

Debería haber «una fiesta alegre por ocasión de este encuentro de personas provenientes de casi todas las naciones del mundo, pero está la sombra del terremoto que trajo tanto sufrimiento a tantos habitantes de nuestro país», expresó. El Santo Padre no olvidó a los italianos sufrientes de la Emilia Romagna afectados por el terremoto que cobró la vida de muchas personas y que causó muchos daños, también en las iglesias.

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El famoso Teatro alla Scala fue escenario de la profunda meditación del Papa – Foto: Saitor

En palabras duras y serias el Pontífice se opuso a la visión no cristiana de un mundo sin Dios. El Himno a la Alegría de la Novena Sinfonía es «una visión ideal de humanidad», que sin embargo «no es una alegría propiamente cristiana». Es «la alegría, entretanto, de la fraterna convivencia de los pueblos, de la victoria sobre el egoísmo, y es el deseo de que el camino de la humanidad sea marcado por el amor, casi como una invitación que se dirige a todos más allá de cualquier barrera y convicción», observó.

Estamos «en busca del Dios próximo»

Pero en el trágico contexto italiano, las palabras tomadas del Himno a la alegría de Schiller «suenan como vacías para nosotros, es más, parecen no verdaderas», resaltó el Santo Padre. «No experimentamos de hecho las centellas divinas de Elisio. No estamos ebrios de fuego, sino al contrario, paralizados por el dolor por una tan grande e incomprensible destrucción que costó vidas humanas, que les sacó la casa y el hogar a tantos», prosiguió.

El Papa desea una dimensión plenamente cristiana de Dios para la humanidad, oponiéndose a «un discurso irreal de un Dios distante y de una fraternidad comprometida».

«También en la hipótesis -observó- que encima del cielo estrellado viva un buen padre, nos parece discutible. ¿El buen padre está solamente encima del cielo estrellado? ¿Su bondad no llega nunca hasta nosotros? Nosotros buscamos un Dios que no reine a la distancia, sino que entra en nuestra vida y en nuestro sufrimiento», dijo Benedicto XVI.

Al final del discurso el Santo Padre reafirmó que los cristianos están «en busca del Dios próximo» que se colocó en nuestros sufrimientos y que continúa haciéndolo», que «sufre con nosotros y por nosotros, y así tornó a los hombres y las mujeres capaces de compartir el sufrimiento del otro y de transformarlo en amor» y buscan «una fraternidad que, en medio del sufrimiento, apoya al otro y así lo ayuda a seguir adelante».

 

 

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