Vicenza (Lunes, 04-06-2012, Gaudium Press) Las difíciles relaciones entre la Santa Sede y el Gobierno de China están tomando un «nuevo rumbo», según la interpretación del Cardenal Joseph Zen Ze-kiun, Arzobispo emérito de Hong Kong. El prelado manifestó que el último comunicado de la Comisión sobre la Iglesia Católica en China del pasado 26 de abril habla con claridad sobre el asunto más problemático: la ilegitimidad de la obediencia de ciertos obispos al gobierno civil, que suplanta la autoridad del Santo Padre e intenta controlar a los católicos en esa nación.
Cardenal Joseph Zen. Foto: Rock Li |
«Creo que la Santa Sede ha decidido abordar el problema real, y ese es la Asociación Patriótica», explicó el Cardenal, miembro de la Comisión, quien además destacó la prudencia con la cual la Iglesia debe obrar en este caso. La Iglesia aclaró en el comunicado que la participación de obispos ilegítimos en las ordenaciones autorizadas por la Santa Sede constituye «un obstáculo en el camino de la unidad». Estas declaraciones fueron obtenidas por UCA News durante el Festival Bíblico que anualmente se realiza en Vicenza, Italia.
La Santa Sede ha mostrado preocupación por la situación de desobediencia de los obispos ordenados sin autorización y la confusión que esta situación genera en los fieles. Sin embargo, ha sido prudente en evitar dar un «ultimátum» para que todos los sacerdotes y prelados se retiren de la Asociación Patriótica. «Podría no ser exitoso decir algo tan fuerte en este momento», explicó el Cardenal, quien afirmó que esto podría llevar al gobierno a crear una iglesia «enteramente cismática».
La situación actual, explicada por el Cardenal Zen, es que el gobierno chino intenta intervenir en las decisiones de la Iglesia local: «Organismos que no son parte de la Iglesia manejan la Iglesia, y están por encima de los Obispos: Eso es la Asociación Patriótica». Los sacerdotes y Obispos que no aceptan esa autoridad civil son obligados a ejercer su ministerio desde la clandestinidad y enfrentar las restricciones del régimen, que incluyen detenciones arbitrarias y otras formas de presión.
El gobierno ofreció esta forma de control como una alternativa a la persecución directa que sufrió la Iglesia y que llevó a la prisión y la muerte a muchos de sus miembros. «La mayoría en la iglesia oficial no son personas malas, sino dubitativas y bajo presión. Ahora saben que la Santa Sede va a ser más clara y eso puede ayudarles», explicó el Card. Zen.
Sobre la reacción de los fieles católicos frente a los intentos gubernamentales de suplantar la autoridad de la Iglesia, el Arzobispo emérito afirmó: «La gente quiere ser católica de verdad, así que una iglesia claramente cismática no tiene ningún futuro». El compromiso que ciertas diócesis tienen con el gobierno las ha debilitado, expuso el prelado, lo cual se ha demostrado en la reducción de las vocaciones en esos lugares, una realidad manifestada en el comunicado de la Santa Sede.
Con información de UCA News.
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