Menú 
Roma (Miércoles, 06-06-2012, Gaudium Press) En la fiesta de los testimonios el sábado pasado en el aeropuerto de Bresso (Milán), el Santo Padre dialogó con una familia brasileña, la pareja Araujo, de Puerto Alegre, integrada por quienes son médicos y psicoterapeutas, que trabajan con parejas integradas por personas divorciadas. «La Iglesia los ama, pero ellos deben ver y sentir este amor», cordialmente aseguró Benedicto XVI empeñando a las parroquias, las comunidades cristianas a asistirlas espiritualmente. «Con la comunión de la Iglesia», dijo también el Papa «pueden ver que su sufrimiento es un don para la Iglesia».
 |
| El Papa habló de una asistencia necesaria para prevenir divorcios – Foto: Archivo |
Fueron escogidas cinco familias para dialogar con Benedicto XVI sobre varios problemas. «Gracias por vuestro trabajo de psicoterapeutas para las familias, muy necesario. Gracias por todo aquello que hacéis para ayudar a estas personas sufridoras», dijo el Papa a la pareja brasileña María Marta y Manoel Angelo Araujo, médicos y psicoterapeutas, casados hace 34 años y ya abuelos, que en su trabajo se dedican a ayudar a parejas separadas, divorciadas y con nuevo vínculo civil.
El Papa resaltó que el «problema de los divorciados casados de nuevo es uno de los grandes sufrimientos de la Iglesia de hoy» y que «no tenemos simples recetas». Toda la Iglesia local, las parroquias y las comunidades son llamadas a «hacer realmente lo posible para que ellas sientan que son amadas, aceptadas, que no están ‘fuera’ aunque no puedan recibir la absolución y la Eucaristía».
El Papa afirmó también -como asistencia preventiva a estar situaciones- la importancia del «profundizar desde el inicio el enamoramiento en una decisión profunda, madura» y «el acompañamiento durante el matrimonio, para que las familias no estén nunca solas, sino estén realmente acompañadas en su camino».
«Muy importante -continuó el Santo Padre refiriéndose a las parejas integradas por divorciados- que sientan que la Eucaristía es verdadera y participada si realmente entran en comunión con el Cuerpo de Cristo. Incluso sin el recibimiento «corporal» del Sacramento, podemos estar espiritualmente unidos a Cristo en su Cuerpo».
El propio sufrimiento puede ser también «un don para la Iglesia», porque «sirven así a todos también para defender la estabilidad del amor, del Matrimonio; y que este sufrimiento no es solamente un tormento físico y psíquico, sino también un sufrir en la comunidad de la Iglesia por los grandes valores de nuestra fe. Pienso que su sufrimiento, si realmente es interiormente aceptado, es un don para la Iglesia», concluyó el Papa.
Deje su Comentario