Ciudad del Vaticano (Jueves, 07-06-2012, Gaudium Press) «Un mensaje de esperanza, con la sustancia de experiencias vividas: es posible, a pesar de la fatiga, vivir el amor fiel, ‘para siempre’, abierto a la vida; es posible participar como familias en la misión de la Iglesia y en la construcción de la sociedad»: así definió Benedicto XVI su último viaje pastoral a Milán para el VII Encuentro Mundial de las Familias.
«Traigo aún en los ojos y en el corazón las imágenes y las emociones de este inolvidable y maravilloso evento, que trasformó Milán en una ciudad de las familias», confesó el Santo Padre, agradeciendo por el testimonio de fe y de belleza de la familia, a «un millón de personas, que por diversos días invadieron pacíficamente las calles» de la ciudad ambrosiana.
Ayer durante la audiencia, el Pontífice Romano insistió en los valores de la familia. «No hay futuro de la humanidad sin la familia», resaltó, observando también y particularmente a los jóvenes que «para aprender que los valores que dan sentido a la existencia, precisan nacer y crecer en aquella comunidad de vida y de amor que el propio Dios quiso para el hombre y para la mujer», la familia. El Papa tamibén resaltó que el «auténtico bienestar» parte de la familia, «que debe ser redescubierta» como «patrimonio principal de la humanidad».
La sociedad, el Estado, tienen que apoyar a la familia
La familia, como recurso y riqueza que es para la sociedad, precisa de su apoyo. El Papa desea que «la legislación y la obra de las instituciones estatales estén al servicio y en la defensa de la persona en sus múltiples aspectos, comenzando por el derecho a la vida, del cual nunca puede ser consentida la deliberada supresión, y por el reconocimiento de la identidad propia de la familia, fundamentada en el matrimonio entre un hombre y una mujer».
El Santo Padre reafirmó también el valor del domingo, «el día del Señor y del hombre», un día «en que todos deben poder ser libres, libres para la familia y libres para Dios», porque «defendiendo el domingo, ¡se defiende la libertad del hombre!». El Encuentro Mundial de las Familias en Milán concluyó el domingo de la Santísima Trinidad. El Santo Padre recordó el apelo a las familias cristianas y comunidades eclesiales para vivir el amor trinitario.
«Este evento – observou o Santo Padre antes da saudação em língua espanhola – ha sido una elocuente «epifanía» de la familia, que se ha mostrado en la variedad de sus expresiones, así como en la unicidad de su idéntica sustancia: la de una comunidad de amor, fundada sobre el matrimonio y llamada a ser santuario de la vida, pequeña Iglesia, célula de la sociedad. Desde Milán, se ha lanzado al mundo un mensaje de esperanza, colmado de experiencias vividas. En efecto, es posible, aunque con esfuerzo, vivir el amor fiel, «para siempre», abierto a la vida».
«El tema propuesto fue la tríada ‘familia, trabajo y fiesta’. Son tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra vida que deben encontrar un armónico equilibro para construir sociedades de rostro humano. En el Teatro Scala, recordó que es en la familia que hacemos la primera experiencia de ser personas humanas, creadas no para vivir encerradas en sí mismas, sino en la relación con los otros. Ya en la Fiesta de los Testimonios, quise responder a las preguntas de algunas familias, dando así una señal de diálog abierto que existe entre las familias y la Iglesia. Finalmente, durante la misa de domingo, hablé a una multitud inmensa de fieles venidos de diversas naciones sobre la necesidad de edificar familas capaces de reflexionar la belleza de la Santísima Trinidad y de evangelizar no solo con la palabra por la vivencia del amor, la única fuerza capaz de mudar el mundo», dijo en portugués antes del saludo a los peregrinos de Brasil y Angola.
Ayer el Papa portó el «saturno», sombrero rojo que lo proteje del sol. El Papa fue harto aclamado con el caluroso grito de «Viva el Papa».
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