Santa Fe (Lunes, 11-06-2012, Gaudium Press) Mons. José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, se refirió a la reforma al Código Civil que cursa en su país durante la homilía por la solemnidad del Corpus Christi, que en su jurisdicción se conmemoró el sábado 9 de junio. En el sermón habló particularmente de la defensa de la vida naciente y la protección de la familia fundada sobre el matrimonio, como relación estable del hombre y la mujer.
Mons. Arancedo |
Su homilía inició con una disquisición teológico-pastoral de la fiesta celebrada: «La Vida de Jesucristo se nos comunica por medio de su Palabra y los Sacramentos. (…) La Palabra nos lleva a la Eucaristía, que es su plenitud. Este acontecimiento, que es el centro de la vida de la Iglesia es, para san Pablo, el fundamento de su ministerio: ‘Lo que yo recibí del Señor, nos dice, y a mi vez les he trasmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, dio gracias, lo partió y dijo: Esto es mi Cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía’ (1 Cor. 11, 23). Hoy venimos a dar nuestro testimonio de fe y gratitud», expresó el prelado.
Tras profundizar en el inmenso don concedido al mundo con la presencia constante de Jesús Sacramentado, el prelado indicó que el hombre no puede hacer otra cosa sino realizar un gran acto de alabanza a Dios y rescatar para sí el profundo sentido cristiano del día domingo: «Siempre recuerdo aquella frase de los primeros cristianos cuando testimoniaban su fe: ‘no podemos vivir sin la Eucaristía, sin la Misa del Domingo’. Además de ser un deber y una necesidad nuestra participación en la Misa dominical, es una exigencia moral de la fe recuperar el sentido que tiene el domingo como día de descanso y de encuentro familiar, y que hacen a una cultura verdaderamente humana. Señor, que sepamos vivir la riqueza de esta verdad del diálogo entre Dios y el hombre, en la celebración de la Santa Misa y en la recuperación social del domingo», expresó el Arzobispo.
Sobre la Reforma al Código Civil
El Arzobispo de Santa Fe también se refirió a la Reforma del Código Civil en curso en el país austral.
Para el católico, la creencia en Jesucristo no se reduce a una práctica privada sino que «tiene una dimensión social que nos compromete». Esta dimensión social humana incluye «su primer derecho que es el derecho a la vida desde la concepción. Debilitar este principio es disminuir la base jurídica de un sistema y dejar a la vida naciente sin la justa tutela que ella necesita». En este sentido, la reflexión de la Iglesia busca enriquecer con su luz la práctica legislativa.
Mons. Arancedo agregó a su reflexión sobre la vida naciente la denuncia de «aquellos signos de muerte que atentan contra su dignidad, pienso en la violencia y la droga, en el desprecio por la vida, la inseguridad y la trata de personas, en la inequidad social y la marginalidad. No debemos acostumbrarnos al aparente triunfo del mal que se vale de una pasiva complicidad, que le permite avanzar en el deterioro del nivel de la vida humana. Cuando los valores morales pierden la fuerza de ideales que dan sentido a la vida y nos movilizan, se empobrece el hombre y se deteriora la vida de la sociedad. De esto todos somos responsables».
Igualmente, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, recordando la enseñanza de Benedicto XVI, hizo una defensa de la familia según la mente de la Iglesia, rechazando una «voluntad procreacional» incorrecta, que considera «adultocéntrica», y que desconoce los derechos de los infantes.
La familia, patrimonio principal de la humanidad
«A la luz del designio del amor creador de Dios debemos proclamar el valor de la familia fundada sobre el matrimonio, como relación estable del hombre y la mujer y ámbito primero en la educación de los hijos. La familia es una realidad con profundas raíces en el pueblo argentino; por su riqueza e historia es un bien que es garantía para la sociedad. El Santo Padre la acaba de llamar: «patrimonio principal de la humanidad, coeficiente y signo de una verdadera y estable cultura a favor del hombre» (Milán, 1/6/12). Sería una grave omisión de nuestra fe, que siempre debe estar al servicio del hombre y de la sociedad, no proclamar esta verdad de la familia. Por ello, cuando vemos que las relaciones familiares de paternidad, maternidad y filiación, tan necesarias para la identidad del niño y su educación, se diluyen en una pretendida «voluntad procreacional», no podemos no elevar nuestra voz. Parecería que nos movemos en una cultura «adultocéntrica», de solo derechos individuales, que nos termina encerrando en un individualismo que desconoce el derecho de los demás. En este caso, en cambio, cuando partimos de los derechos del niño el adulto tiene más obligaciones que derechos», expresó.
El prelado concluyó su sermón afirmando que la creencia en Jesús Eucarístico obliga a todo testigo de la fe a proclamar «todo aquello que hace a la verdad del hombre», y a una fe que «se haga cultura y servicio».
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