Washington (Jueves, 14-06-2012, Gaudium Press) No es fácil la vida de los católicos en Irak. Desde la caída de Saddam Hussein, los cristianos del país han sufrido un éxodo continuo debido a las difíciles condiciones que enfrentan, entre ellas y de forma especial la violencia. Entretanto, la luz del Espíritu Santo allí brilla con particular intensidad, como se puede elucidar de la interesante entrevista concedida por Mons. Bashar Matti Warda, Arzobispo de Erbil en el norte de Irak, a Tim Drake del National Catholic Register, publicada el martes pasado.
Mons. Bashar Matti Warda – Foto: NCR |
Mons. Bashar Matti pertenece a una familia caldeo-católica iraquí; nació en Bagdad. Desde los 12 años ingresó al seminario, y fue ordenado en 1993. En 1995 entró a la Orden Redentorista y luego realizó su licenciatura en teología moral en la Universidad de Lovaina. En el año 2001 fue escogido como párroco de la iglesia más grande en Bagdad. Entretanto, en el 2004 comenzaron los secuestros y asesinatos de sacerdotes en la ciudad. Siendo rector del seminario en la capital iraquí y por causa de los ataques, fue decidido el traslado de esa casa de estudios al norte. Desde el 2010 Mons. Bashar Matti es arzobispo de Erbil, una comunidad mayoritariamente caldea pero que tiene también cristianos de otras vertientes.
El Arzobispo recordó en la entrevista cómo la presencia de cristianos es bi-milenaria, por tanto anterior al Islam: El cristianismo «ha tenido una presencia en Irak desde hace 2.000 años. Es una comunidad muy antigua. No se ha convertido del Islam. Estábamos allí antes del Islam. Nuestras escuelas siempre fueron las mejores, aún desde los siglos VI y VII».
Entretanto, tras el derrocamiento de Hussein, ha habido un importante decrecimiento en el número de cristianos, que emigran a diversos países: «Sí, ha habido una reducción. Iglesias cristianas fueron atacadas, los cristianos fueron amenazados y asesinados, y muchos se vieron obligados a trasladarse a otro lugar. Hay muchas razones por las que muchos sentían que no había futuro para ellos en medio de un proceso político inmaduro». El prelado advierte contra una visión simplista presente en muchos en Occidente, para quienes elecciones y constitución significan ya un sistema donde imperan las garantían para el desarrollo en paz de una sociedad: «El proceso político [aquí] se basa en las conexiones familiares y tribales. Los que están en los EE.UU. miran la situación y se preguntan qué está yendo mal. Ellos dicen: ‘Ellos tienen una constitución, hubo una elección. Las cosas deberían ir bien’. Los de fuera no se dan cuenta que las conexiones tribales están trabajando en el interior. Las tribus y los partidos miran es por sus propios intereses. Irak es un país muy rico, con un presupuesto de $100.000 millones de dólares, y muchos recursos, como el petróleo. Hay mucha avaricia. Por lo tanto, para los cristianos, hay muchas razones para irse – y tal vez uno o dos motivos por los que quedarse», afirma.
En los momentos difíciles de la Iglesia iraquí, Mons. Bashar Watti manifiesta que ellos han sido los alegres beneficiarios «de las muchas personas que han tenido su mano en caridad y solidaridad con nosotros», refiriéndose a agencias solidarias de la Iglesia en Occidente. Sin embargo, él dice que es hora de cambiar «este camino de la caridad por el camino de oportunidades. Sí, somos una minoría, pero tenemos la capacidad para quedarnos y construir un buen futuro para Irak». El obispo hace también un llamado a los medios de comunicación para que eleven la conciencia de la necesidad que tiene el país de construir escuelas y hospitales. «Nosotros no nos estamos beneficiando de la riqueza que tiene Irak. Necesitamos encontrar las formas de permanecer y construir comunidad. Cuando abandonamos Iraq, eso es una gran pérdida». Una gran pérdida para el país, y para los propios emigrantes. Mons. Bashar recordó visitas a comunidades iraquíes en el exilio, que después de 2 o 3 generaciones pierden su identidad cultural.
Esa emigración se da principalmente a «Siria, al Líbano, Turquía y Jordania, pero todos ellos son ‘países de espera’. La gente tiende a no quedarse allí. Cuarenta y cuatro por ciento de los solicitantes de asilo iraquíes son cristianos. Ellos van a cualquier lugar donde se acelere el proceso de inmigración. Otras familias buscan un asentamiento definitivo en Europa, Australia, Nueva Zelanda y los EE.UU. Los que no son capaces, que son demasiado pobres o no tienen los medios para viajar, a menudo se mueven en el interior del país a lugares como Erbil y el norte de Irak».
En el Medio Oriente las cosas están políticamente inmaduras
La actual situación de inestabilidad en el Medio Oriente también dificulta la situación de los emigrantes iraquíes. Contrariando también la visión de ciertos occidentales, Mons. Bashar profundiza en los procesos que ocurren en ciertos países de la ‘Primavera Árabe’: «Si usted lo toma de una manera teórica general, los cristianos prosperan cuando hay libertad. Con la libertad, tendríamos nuestras propias escuelas, universidades y servicios públicos. Pero el problema en el Medio Oriente es que las cosas no están políticamente maduras todavía. Hay demasiado extremismo. Mucha gente dice que el Islam debe ser la solución a tantos problemas políticos. No sabemos cómo va a terminar. Irak es muy inmaduro políticamente. El diálogo es con demasiada frecuencia violento. No es fácil. ¿Puede la democracia ser lo suficientemente madura como para mantener juntas a todas las personas? Lo dudo. En teoría, sí, pero usted tiene que preparar primero las condiciones para ello», dice.
No obstante el Arzobispo de Erbil confía en el auxilio de la Providencia; la Iglesia tiene varios proyectos en mente, y para ello pide la ayuda de Occidente: «Me gustaría ver si existe la posibilidad de que las iglesias estadounidenses empiecen a adoptar una parroquia [iraquí] que no pueda pagar por sus actividades o el sustento del sacerdote. Me gustaría ver si existe la posibilidad de que universidades católicas otorguen una o dos becas para los mejores estudiantes cristianos. Me gustaría ver algunas familias adineradas que participen del apoyo a estudiantes para que vayan a buenos colegios privados en Irak».
«Este año hemos puesto en marcha el proyecto de construir un nuevo hospital, lo que crearía 300 puestos de trabajo y mejoraría la economía de la zona. También estamos pensando en construir una universidad donde podríamos atraer a unos 5.000 estudiantes musulmanes. Las universidades [americanas] podrían iniciar un programa de idioma Inglés que podría atraer a los estudiantes musulmanes y ayudar a la zona económicamente».
«Nos gustaría ver proyectos a largo plazo que ayuden a todo el país. Si hay algunos hospitales católicos que tengan interés en la adopción de un hospital o en el desarrollo de una afiliación; estoy apelando a los hospitales católicos o universidades que deseen trabajar con nosotros para que nos apoyen y nos den el impulso necesario. Necesitamos de las universidades católicas de América y de los hospitales para que estén con nosotros en este momento histórico», concluye el prelado.
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