Dublín (Lunes, 18-06-2012, Gaudium Press) En el Congreso Eucarístico Internacional de Dublín, el jueves 14, el tema del día fue la «Reconciliación de nuestra comunión».
En todo el día millares de personas se dirigieron a la sala de adoración. Allí, ininterrumpidamente, fue posible ser atendido por un sacerdote. Hasta altas horas de la madrugada, mientras el Congreso continuaba en el Youth Centre, un total de catorce mil personas buscaron a las varias centenas de sacerdotes presentes a fin de ser escuchadas en confesión.
El Presidente del Pontificio Consejo «Justicia y Paz», Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, celebró la liturgia de la reconciliación por la mañana. En la homilía, la reflexión del Cardenal fue una invitación a los fieles a mantener el corazón abierto.
Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson |
La catequesis de Mons. Turkson fue un testimonio, una narración de historias extraordinarias de perdón.
Una de esas historias impresionó a todos. Se trata de aquella que decía respecto a una mujer sobreviviente del violento genocidio sucedido en Ruanda, en 1994.
Una gran parte de la familia de esa mujer fue asesinada en la ocasión. Para ella eso trajo mucho dolor y sufrimiento. El trauma sufrido parecía indefinidamente incurable.
Entretanto, ocurrió que, a través de un grupo católico que desempeñaba su trabajo en las cárceles ruandesas, ella acabó por encontrarse con el mismo hombre que había asesinado a su padre.
Fue un momento difícil, sin duda, pero fue también un momento de gracias, un momento de acción divina en los corazones. Y en ese momento de actuación de la gracia, ella perdonó al asesino de su propio padre.
La mujer y el perdonado lloraron y él dijo: «Ahora la justicia puede continuar su recorrido, y hasta condenarme a la muerte, porque finalmente estoy libre».
En ese momento de la homilía, el purpurado se dirigió de manera directa a los fieles invitándolos a interrogarse profundamente: «¿Podría ésta ser también mi historia?».
Fue también la ocasión para el Cardenal sacar del hecho una lección. Con efecto, no importa si se trata del culpado, o se trata de la víctima; cualquiera que se encuentre aprisionado por el pecado o la incapacidad de perdonar, no está libre, mostró él.
Por eso, el cardenal Turkson invitó a todos a seguir el ejemplo de San Pablo, que «sabía alegrarse hasta en las situaciones más difíciles, por causa de su convicción firme acerca de la presencia del Señor». (JS)
Con Informaciones de L’Osservatore Romano.
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