Ciudad del Vaticano (Martes, 26-06-2012, Gaudium Press) Después de la recitación del Ángelus en la mañana del último domingo 24, Benedicto XVI agradeció las donaciones que recibió.
«Queridos hermanos y hermanas, en Italia sucede hoy el Día para la Caridad del Papa. Agradezco a todas las comunidades parroquiales, las familias y a cada fiel por vuestro apoyo constante y generoso, que beneficiará a muchos de nuestros hermanos en necesidad», declaró el Papa a los fieles reunidos en la Plaza San Pedro.
Las ofrendas recogidas en este día fueron destinadas a las obras de misericordia asistidas por el Santo Padre Benedicto XVI |
El día de la Caridad del Papa fue celebrado en toda la península Ibérica el pasado domingo 24. Las ofrendas recogidas en este día fueron destinadas a las obras de misericordia asistidas por el Santo Padre Benedicto XVI.
La Conferencia Episcopal Italiana (CEI) promovió el evento en unión con el Óbolo de San Pedro, un sistema de recaudación de donativos donde las ayudas financieras realizadas por los fieles son enviadas directamente al Pontífice, que las utiliza en la manutención de la Iglesia y en el auxilio a los más necesitados.
El Óbolo de San Pedro
«El Óbolo de San Pedro es la expresión más típica de la participación de todos los fieles en las iniciativas del Obispo de Roma en beneficio de la Iglesia universal. Es un gesto que no sólo tiene valor práctico, sino también una gran fuerza simbólica, como signo de comunión con el Papa y de solicitud por las necesidades de los hermanos; y por eso vuestro servicio posee un valor muy eclesial»: así se refirió el Pontífice reinante a la limosna que los fieles ofrecen al Papa en el domingo cercano a la festividad de San Pedro y San Pablo (Discurso a los Socios del Círculo de San Pedro (25 de febrero de 2006).
El valor eclesial de este gesto resulta evidente si tenemos en cuenta que las iniciativas caritativas son connaturales a la Iglesia, como ha indicado el Papa en su primera Encíclica Deus caritas est (25 de diciembre de 2005):
«La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes y, por otro lado, nunca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad de cada cristiano individualmente, porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor» (n. 29).
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