Castelgandolfo (Lunes, 09-07-2012, Gaudium Press) En el primer Ángelus rezado este verano desde su residencia estival en Castel Gandolfo, ayer domingo, el Papa Benedicto XVI comentó el evangelio del día, de San Marcos, en que se muestra la dificultad que existe en la propia tierra que vio crecer a Jesús para reconocer su misión y divinidad, las cuáles trascendían en mucho la humilde condición del hijo del carpintero esposo de la Virgen.
El Papa rezó su primer Ángelus en Castel Gandolfo este verano |
Esa actitud, según el Papa, podría ser comprensible porque «la familiaridad a nivel humano hace difícil ir más allá y abrirse a la dimensión divina. Para ellos era difícil creer que este Hijo de un carpintero fuera Hijo de Dios». En esa situación, Jesús se identifica a sí mismo con los profetas de Israel, que también sufrieron el desprecio de los suyos.
Como consecuencia de este cerrarse de espíritu, el evangelista narra que el Salvador no pudo hacer prodigios en Nazaret, «solo impuso las manos a algunos enfermos y los curó». Explicando las razones, el Sumo Pontífice afirmó que «efectivamente, los milagros de Cristo no son una exhibición de potencia, sino signos del amor de Dios que se cumple allí donde encuentra la fe del ser humano, en la reciprocidad».
«Al estupor de sus paisanos que se escandalizan corresponde la maravilla de Jesús -continúa el Santo Padre. ¡También Él, de alguna manera, se escandaliza! A pesar de que sabe que ‘nadie es profeta en su tierra’ la estrechez de corazón de su gente sigue siendo oscura e impenetrable para Él. ¿Cómo es posible que no reconozcan la luz de la Verdad? ¿Por qué no se abren a la bondad de Dios que quiso compartir nuestra humanidad? De hecho, el hombre Jesús de Nazareth es la transparencia de Dios; Dios vive en Él plenamente. Y mientras nosotros buscamos siempre otros signos, otros prodigios, no nos damos cuenta de que el Signo verdadero es Él: Dios hecho carne, Él es el milagro más grande del universo: todo el amor de Dios encerrado en un corazón humano, en un rostro humano», concluyó.
Tras el Ángelus, en el saludo a los peregrinos de lengua francesa, el Papa encomió que «en este período estival, no dejéis a Dios de vacaciones, rezad e id a Misa los domingos».
El Pontífice recordó en sus saludos a los fieles polacos que participan en la peregrinación de la Familia de Radio María al santuario de Jasna Gora, en Czestochowa, quienes según el Papa rezan «por la patria, la familia y la libertad de expresión».
Saludó también a los miembros de la fundación «Obra del Nuevo Milenio» reunidos en Lublín, quienes esa noche rezaron en el ex campo de concentración de Majdanek por la paz. «Me uno espiritualmente a estos actos -dijo- , imploro el bien y la paz para el mundo, para Polonia y para cada uno de vosotros».
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